Cuando alguien decide acudir a terapia, es poco común que tenga una idea clara de lo que este proceso realmente implica.
Los conceptos previos que las personas tienen acerca de “hacer terapia” suelen variar mucho. Algunos piensan que se trata de desahogarse, otros creen que es un espacio para confesar culpas o para recibir consejos prácticos. También hay quienes esperan aprender estrategias específicas para gestionar sus problemas o incluso recuperar recuerdos reprimidos. Además, es habitual que las personas crean que deben relatar al terapeuta lo que han vivido desde la última sesión, como si se tratara de un diario de acontecimientos recientes.
Este tipo de ideas suelen estar influenciadas por los medios de comunicación, que difunden una imagen estereotipada de lo que es la terapia. Curiosamente, incluso hay psicólogos que fomentan este enfoque, permitiendo que sus pacientes se limiten a compartir anécdotas o desahogos sin profundizar. Sin embargo, este tipo de discurso no es el que interesa en el proceso terapèutico. Por lo tanto, surge una cuestión clave:
¿Cómo lograr que los pacientes abandonen esas expectativas iniciales y se involucren en un trabajo terapéutico genuino?
La respuesta radica en las primeras fases de la terapia, que podrían llamarse una especie de “pedagogía”. En este periodo, el psicólogo en El Prat debe guiar al paciente para que entienda que la relación terapéutica no es como cualquier otra.
Es necesario que el terapeuta Gestalt o psicólogo aclare que todo lo que sucede dentro de la relación terapéutica es significativo. El terapeuta no está ahí como un amigo, ni como alguien que intercambiará historias o secretos. Tampoco es el lugar adecuado para entretener con anécdotas divertidas o chistes. Aunque el paciente piense que ciertos aspectos de su historia son fundamentales, el terapeuta prestará atención a lo que para el paciente puede parecer secundario o irrelevante.
Uno de los primeros pasos de la terapia es romper con la idea de reciprocidad que caracteriza las relaciones comunes. En terapia, no se trata de un intercambio de historias o experiencias. El terapeuta solicita al paciente que diga todo lo que le venga a la mente, sin censurar sus pensamientos, por absurdos, triviales, incoherentes o desagradables que parezcan. Además, anima a prestar atención a elementos que normalmente podrían pasar desapercibidos, como sueños, fantasías, lapsus linguae o actos fallidos.
Este enfoque puede resultar complicado para quienes nunca han estado en un proceso de terapia profunda. De hecho, algunos pacientes que llegan después de haber pasado por otros terapeutas se sorprenden al descubrir que nunca se les pidió hablar de sus sueños o asociar ideas a partir de ellos.
La terapia implica un aprendizaje, y el terapeuta desempeña un papel pedagógico al alentar repetidamente al paciente a explorar las manifestaciones de su inconsciente.
En el marco del psicoanálisis lacaniano, las primeras sesiones se denominan “entrevistas preliminares”. Durante esta etapa, el psicólogo adopta un rol activo, con el propósito de situar al paciente dentro de ciertos criterios diagnósticos. Aunque para algunos terapeutas el diagnóstico es una categoría meramente clasificatoria, para el psicoanálisis y el proceso de terápia tiene un valor práctico: un terapeuta no puede tratar a un psicótico de la misma manera que a un neurótico.
Por esta razón, durante las entrevistas preliminares, el terapeuta hace preguntas específicas para entender mejor la historia del paciente, su vida familiar o su vida sexual. Este proceso es fundamental, especialmente en casos donde la psicosis o la perversión no pueden descartarse de inmediato. Sin esta información, el terapeuta podría cometer errores graves, como desencadenar una crisis psicótica inadvertidamente.
Otro objetivo de las entrevistas preliminares es convertir sensaciones difusas como la depresión o la angustia en un síntoma definido y abordable.
Por ejemplo, un paciente podría llegar convencido de que su problema es físico, pero gracias a estas sesiones iniciales, podría empezar a considerar la posibilidad de que se trate de algo psicosomático. Este cambio de perspectiva abre la puerta a la “cura por la palabra”.
Muchos pacientes llegan con demandas muy concretas, como eliminar un tíc o superar una fobia. Sin embargo, en el marco de la terapia, estos síntomas no pueden abordarse de forma aislada. Por el contrario, el terapeuta busca que el paciente comience a cuestionar aspectos más amplios de su vida, trasladando su enfoque desde el alivio inmediato hacia el desciframiento de su inconsciente. Este proceso lo puede realizar un psicólogo en El Prat de Llobregat con una metodología adaptada a las necesidades individuales.
Este proceso puede tomar tiempo. En algunos casos, puede requerir meses o incluso años de trabajo cara a cara antes de que el paciente esté completamente comprometido con la terapia. Como señala Jacques-Alain Miller, la meta es que “de la relación misma emerja una demanda autónoma”. Es decir, que la demanda inicial de resolver un síntoma concreto evolucione hacia una voluntad de profundizar en el proceso terapéutico.
Durante esta etapa preliminar, muchos pacientes sienten la necesidad de ser apoyados y de establecer contacto visual con el terapeuta. Al principio, perciben al terapeuta como una persona ordinaria, y solo con el tiempo empiezan a verlo como alguien que desempeña una función específica dentro de la terapia.
Así pues, las entrevistas preliminares son una etapa crucial en el proceso terapéutico. No solo permiten al terapeuta comprender la estructura clínica del paciente, sino que también establecen las bases para un trabajo terapéutico genuino. A través de esta “pedagogía inicial”, el terapeuta ayuda al paciente a romper con sus expectativas tradicionales y lo introduce en un espacio donde puede comenzar a explorar su inconsciente de manera profunda y significativa. Este enfoque puede ser implementado por un psicólogo en El Prat de Llobregat que busque ofrecer un tratamiento adaptado y efectivo. Este camino, aunque desafiante, es esencial para lograr una transformación real en el proceso terapéutico.
Aleix Boronat Monfort
Director y fundador de l’Espiral. Terapeuta Gestalt, Formador y Mentor en Mindfulness y Miembro adherente de la AETG. Formación en Psicoterapia Integrativa (programa SAT). Formado en técnicas psico-corporales (Yoga, Shiatsu y Movimiento, Bioenergética y Movimiento Auténtico).