Una de las ideas centrales en el trabajo terapéutico es que las demandas del paciente no siempre son lo que aparentan ser.
Lacan nos recuerda que “el deseo es el punto central” en la economía psíquica, y que muchas veces, lo que el paciente dice no es más que un reflejo de una realidad más profunda y compleja.
Un ejemplo común es cuando un paciente pide reducir la frecuencia de las sesiones. A primera vista, podría parecer una simple preferencia logística, pero podría estar cargada de mensajes subyacentes: tal vez el paciente espera que el terapeuta insista en mantener la frecuencia, o quizá necesite confirmar que su presencia es importante para el terapeuta.
Esta contradicción entre lo dicho y lo deseado no es infrecuente. El psicólogo en El Prat de Llobregat debe estar atento para identificar estas señales y no asumir que el significado explícito es el único que existe.
Por ejemplo, si una paciente dice: “No puedo venir el martes porque tengo que llevar a mi hijo al médico”, el terapeuta podría cuestionarse: ¿Por qué elige ese horario sabiendo que coincide con su sesión? Quizá hay otras razones, más profundas, que subyacen a esta elección.
En terapia, no se trabaja con la “realidad pura y simple”, sino con la realidad psíquica: cómo el paciente valora en su mente lo que sucede y las decisiones que toma.
Por ejemplo, un accidente automovilístico puede parecer una razón válida para faltar a una sesión. Pero, si el accidente fue menor y no impidió al paciente desplazarse, podría ser un indicador de resistencia al trabajo terapéutico.
Las excusas “razonables” muchas veces ocultan prioridades y valoraciones internas. Si un paciente continuamente pospone o interrumpe sesiones por otros compromisos, podría estar comunicando algo sobre el lugar que la terapia ocupa en su vida. Un psicólogo en El Prat de Llobregat, por ejemplo, podría observar cómo estas decisiones reflejan conflictos internos del paciente, más allá de las razones aparentes.
En este contexto, la realidad psíquica es una herramienta fundamental para entender la importancia que el paciente da a la terapia y a su proceso interno. Incluso las decisiones aparentemente simples, como priorizar un evento social sobre una sesión, pueden revelar resistencias profundas que deben ser exploradas cuidadosamente.
El lenguaje es inherentemente ambiguo, y en terapia esto adquiere una relevancia crucial.
Cada palabra, cada expresión, puede tener múltiples significados, algunos de ellos no evidentes para el paciente. Por ejemplo, cuando alguien dice “tengo baja autoestima”, podría estar refiriéndose a una sensación vaga, o tal vez a una experiencia específica de voces internas que critican sus decisiones. El psicólogo o Terapeuta Gestalt con conocimientos de psicoanálisis Lacaniano, debe explorar estas expresiones, evitando suposiciones rápidas y abriendo espacio para que el paciente descubra su propio significado.
En este sentido, el terapeuta no “habla el mismo idioma” que el paciente, aunque ambos usen las mismas palabras. Este desacuerdo aparente es lo que permite que el trabajo terapéutico prospere. Al no asumir que sabe lo que el paciente quiere decir, el terapeuta crea un espacio donde pueden emerger significados nuevos y más profundos.
Para un psicólogo en El Prat de Llobregat, esto significa estar dispuesto a preguntar más allá de lo obvio, invitando al paciente a explorar el verdadero peso emocional de sus palabras.
La curiosidad del terapeuta actúa como una llave que abre puertas al inconsciente, permitiendo un avance significativo en el proceso terapéutico.
La capacidad de identificar y trabajar con ambigüedades en el discurso del paciente no solo fomenta el autoconocimiento, sino que también fortalece la relación terapéutica. El terapeuta demuestra estar atento y comprometido, lo que anima al paciente a profundizar en su propia exploración.
De la misma manera, es natural que los pacientes resistan explorar ciertas áreas de su experiencia. La resistencia no es un obstáculo, sino una parte esencial del trabajo terapéutico. Al enfatizar las contradicciones y las ambigüedades en el discurso del paciente, el terapeuta fomenta una curiosidad activa por el inconsciente. Esta curiosidad puede llevar al paciente a cuestionar su propio lenguaje y sus elecciones, abriendo puertas a un entendimiento más profundo.
La resistencia también puede manifestarse en forma de evasiones o excusas. Por ejemplo, un paciente que constantemente llega tarde a sus sesiones podría estar evitando abordar un tema difícil o confrontar una emoción incómoda. Reconocer y trabajar con estas dinámicas permite al terapeuta abordar el verdadero significado detrás del comportamiento del paciente.
Lacan afirma que “el deseo es una pregunta”, y esta interrogación constante es lo que impulsa el trabajo terapéutico.
Cuando los pacientes comienzan a preguntarse por qué dicen lo que dicen, o por qué hacen lo que hacen, el deseo se involucra activamente en el proceso. La demanda inicial de “curar” un síntoma puede transformarse en un deseo de entenderse a sí mismo de manera más amplia.
Este cambio de la demanda al deseo marca una transición crucial en la terapia. Dejar de buscar soluciones rápidas y aceptar el placer de explorar el deseo permite al paciente moverse hacia una mayor libertad emocional y cognitiva. Este enfoque no solo facilita el cambio, sino que también ayuda al paciente a desarrollar una relación más saludable con su propio inconsciente.
El terapeuta desempeña un papel clave en este proceso, ayudando al paciente a identificar cómo sus deseos se manifiestan en sus palabras, acciones y elecciones. Esta exploración no siempre es fácil, pero es fundamental para lograr un cambio profundo y sostenible.
El deseo no es estático; está en constante movimiento, buscando nuevos objetos y explorando nuevas posibilidades.
Lacan describe este fenómeno como la “dialéctica del deseo”, un proceso que permite al paciente liberarse de las demandas iniciales y abrirse a una experiencia más rica y variada de sí mismo.
Esta transición puede ser desafiante, ya que implica renunciar a ciertas expectativas y enfrentarse a lo desconocido. Sin embargo, también es una oportunidad para que el paciente descubra nuevas formas de relacionarse con el mundo y consigo mismo. Al fomentar este movimiento, el terapeuta ayuda al paciente a desarrollar una mayor flexibilidad emocional y cognitiva.
De esta manera, el terapeuta no solo es un facilitador del cambio, sino también un testigo activo de la transformación del paciente. A través de preguntas, reflexiones y observaciones, el terpeuta o psicólogo invita al paciente a cuestionar sus suposiciones y explorar nuevas posibilidades. Este proceso requiere paciencia, empatía y una profunda comprensión de las dinámicas inconscientes que están en juego.
Como hemos visto, entonces, en terapia, nada es lo que parece. Las palabras, las acciones y las decisiones del paciente son ventanas al inconsciente, que a menudo contradicen la realidad superficial. Al trabajar con estas contradicciones y ambigüedades, el psicólogo en El Prat o online, no solo ayuda al paciente a entenderse mejor, sino que también fomenta un compromiso más profundo con su propio proceso de cambio.
Al final, el objetivo no es solo aliviar síntomas, sino abrir un espacio para que el deseo se convierta en el motor de una vida más libre y plena. Este proceso, aunque desafiante, ofrece al paciente la oportunidad de reconectar con su deseo y encontrar nuevas formas de relacionarse consigo mismo y con el mundo.
Aleix Boronat Monfort
Director y fundador de l’Espiral. Terapeuta Gestalt, Formador y Mentor en Mindfulness y Miembro adherente de la AETG. Formación en Psicoterapia Integrativa (programa SAT). Formado en técnicas psico-corporales (Yoga, Shiatsu y Movimiento, Bioenergética y Movimiento Auténtico).