Volver los sentidos (Apuntes de Mindfulness y Gestalt 3)

En el día a día, es fácil quedar atrapados en nuestra propia mente, saltando entre preocupaciones por el futuro y recuerdos del pasado.

Este flujo constante de pensamientos puede generar estrés, ansiedad o una desconexión con el momento presente. En este contexto, la práctica de “volver a los sentidos”, promovida en el Mindfulness y la Gestalt, y que se puede practicar de la mano de un psicólogo en El Prat de Llobregat y On-Line, nos permite reconectar con la realidad inmediata a través de la experiencia sensorial.

Podemos conectarnos al momento presente a través de la vista, el oído, el tacto, el olfato, el gusto y la propia conciencia corporal. Esto puede servirnos como punto de anclaje para nuestra atención.

En lugar de permitir que la mente divague sin control, focalizamos la atención en lo que percibimos en este preciso momento, en el presente, el único espacio donde realmente podemos vivir y actuar.

Tanto en la práctica terapéutica como en la vida diaria, “volver a los sentidos” facilita una mayor conexión con nuestro entorno y con nosotros mismos, favoreciendo una percepción más clara y menos distorsionada de la realidad.

Nnuestra mente está constantemente activa, procesando información y anticipando lo que vendrá.

Si bien esta capacidad puede ser útil, también puede llevarnos a una sobrecarga mental, desconectándonos de lo que realmente está ocurriendo en el momento presente. La práctica de Atención Plena a través de volver a los sentidos nos ayuda a romper esta espiral de pensamientos y preocupaciones en la que muchas veces nos encontramos atrapados, ofreciendo un descanso a la mente.

Cuando, acompañados por un psicólogo On-Line o presencial en El Prat de Llobregat, nos centramos en las sensaciones del presente, la atención se desplaza del pensamiento abstracto a la experiencia inmediata. Esto no solo puede ayudar a reducir la ansiedad, sino que también mejora la claridad mental, permitiéndonos afrontar el día a día con mayor equilibrio.

Tanto en la Gestalt como en la Atención Plena, se reconoce la profunda relación entre pensamientos, emociones y cuerpo.

Cuando prestamos atención a nuestras sensaciones físicas, podemos detectar signos sutiles de estrés o tensión antes de que se conviertan en problemas más graves. Por ejemplo, muchas personas experimentan ansiedad sin ser conscientes de su impacto físico. Sin embargo, si se detienen por un momento a observar sus tensiones corporales, pueden notar que su mandíbula está apretada, los hombros están rígidos o la respiración es superficial.

Identificar estas tensiones permite trabajar activamente en relajarlas y, lo más importante, utilizarlas como una guía hacia un mayor autoconocimiento. Esta toma de conciencia nos ayuda a comprendernos mejor y a regular nuestras emociones de manera más efectiva.

Cuando entrenamos nuestra capacidad de estar presentes en nuestra experiencia sensorial, también desarrollamos una mayor habilidad para escuchar y conectar con nosotros mismos y con los demás.

Por ejemplo, en una conversación, en lugar de estar pensando en qué responder o dejarnos llevar por nuestra propia narrativa interna, podemos enfocarnos en lo que la otra persona está expresando.

Ser plenamente conscientes en una interacción nos permite percibir el tono de voz, las expresiones faciales y los gestos sutiles de nuestro interlocutor, favoreciendo así una comunicación más auténtica y empática.

Esta mayor presencia fortalece la conexión real con los demás, fomentando relaciones más significativas basadas en la atención plena y la comprensión mutua.

Existen algunas prácticas sencillas que pueden incorporarse en la rutina diaria para cultivar la conciencia sensorial. Por ejemplo, dedicar unos instantes a observar los colores, las formas y los detalles de objetos cotidianos, como una taza de café, las hojas de los árboles o los reflejos de la luz. También se puede practicar la escucha activa, prestando atención a los sonidos del entorno, como el viento, el canto de los pájaros o el ritmo de la propia respiración.

Otro ejercicio consiste en sentir la textura de la ropa sobre la piel, la temperatura del agua al lavarse las manos o la suavidad de un tejido. Asimismo, podemos enfocarnos en los olores del ambiente, como el aroma de la comida, el aire después de la lluvia o un perfume agradable.

Cuando comemos, podemos notar la textura, el sabor y los matices de cada bocado en lugar de hacerlo con prisa o distracción.

Estas prácticas no requieren tiempo adicional, sino que simplemente implican un cambio de actitud hacia una atención más plena e intencionada.

La integración de esta práctica en el día a día puede contribuir a:

  • Reducir el estrés y la ansiedad, al romper patrones de pensamiento repetitivos.
  • Mejorar la regulación emocional, promoviendo respuestas más serenas ante situaciones difíciles.
  • Aumentar la conexión con uno mismo, fortaleciendo la autoconciencia corporal.
  • Fomentar relaciones más conscientes, mediante una escucha y presencia más profundas.
  • Disfrutar más de la vida cotidiana, transformando experiencias aparentemente ordinarias en momentos llenos de significado.

Como veremos al explorar los ejemplos del cuento de Hara, volver a los sentidos es una invitación a volver a la vida. Nos recuerda que el bienestar no se encuentra en el pasado ni en el futuro, sino en la plena experiencia del momento presente.

El cuento, que tal vez ya hayas escuchado, ilustra cómo la práctica de volver a los sentidos puede transformar la experiencia cotidiana. A través de ella, la protagonista, Hara, logra reconectar con el presente y desarrollar una nueva manera de relacionarse con su entorno y consigo misma.

Uno de los primeros momentos de toma de conciencia de Hara ocurre cuando decide experimentar con la vista durante la preparación del desayuno. En lugar de actuar en modo automático, comienza a observar con atención plena los colores, las texturas y los detalles de la fruta.

Por primera vez, nota la piel rugosa de las naranjas, el rojo intenso de las manzanas y el brillo del jugo al cortar la fruta. Esta experiencia le permite percibir el mundo con una nueva intensidad, dando significado a un momento que, hasta entonces, había sido simplemente rutinario.

Este pequeño ejemplo ilustra un principio fundamental del Mindfulness y la Gestalt: cuando ponemos una atención intencional en lo que hacemos, nuestra experiencia se vuelve más plena y consciente.

La vista, en este caso, sirve como un anclaje al presente, evitando que la mente divague hacia preocupaciones futuras o recuerdos del pasado. Además, potencia una sensación de gratitud y apreciación por las pequeñas cosas.

En el cuento, Hara comprende que su percepción del mundo depende de su capacidad de estar presente, y que esto cambia su interacción con la realidad. Sus acciones dejan de ser automáticas y se vuelven más intencionadas y significativas.

En otro momento del cuento, Hara aplica la práctica de la escucha consciente en una conversación con su hermana Amelia. En lugar de distraerse pensando en qué responder o dejándose llevar por sus propias preocupaciones, se centra en el tono de voz de Amelia, en sus movimientos y en su expresión facial.

Esta atención plena cambia por completo la dinámica de la conversación. Amelia percibe que Hara realmente la está escuchando y, como resultado, se muestra más abierta y expresiva.

Este ejemplo nos muestra cómo, cuando escuchamos con conciencia plena, no solo captamos las palabras, sino también las emociones y las intenciones que hay detrás de ellas.

Este es un principio esencial en la Gestalt, donde se busca una comunicación auténtica y presente en las relaciones humanas.

En el cuento, Hara se da cuenta de que escuchar no significa solo oír palabras, sino estar realmente presente con la otra persona. A partir de este momento, su relación con su hermana se vuelve más profunda y auténtica, ya que la atención plena facilita una conexión emocional más significativa.

Estos dos ejemplos demuestran cómo la práctica de volver a los sentidos puede transformar momentos aparentemente ordinarios en experiencias profundas y llenas de significado. A través de la atención plena a sus sentidos, Hara descubre una nueva manera de interactuar con el mundo y con las personas que la rodean.

Integrar esta actitud en nuestra vida diaria puede ayudarnos a vivir con más presencia, equilibrio y armonía, permitiéndonos conectar mejor con nosotros mismos y con los demás.

Sin embargo, a veces puede ser difícil hacerlo en solitario, ya que el proceso de toma de conciencia nos puede llevar a enfrentarnos a aspectos de nosotros mismos que permanecían ocultos y que pueden resultar difíciles de abordar sin el acompañamiento adecuado.

En este sentido, la práctica de “volver a los sentidos” se puede integrar tanto en una sesión de Mindfulness acompañada por un mentor, como en una sesión de terapia con un psicólogo en El Prat de Llobregat o OnLine.

En el contexto de la psicoterapia y las mentorías, esta capacidad de volver a los sentidos puede ayudar a los pacientes y alumnos a reconectar con el presente, regular sus emociones y profundizar en su autoconocimiento.

Por ejemplo, una persona que sufre ansiedad a menudo expresa una sensación de falta de control, acompañada de una mente hiperactiva que la mantiene constantemente proyectada hacia el futuro.

Esta ansiedad suele manifestarse físicamente a través de tensión muscular, respiración acelerada e incluso una sensación de opresión en el pecho.

El mentor, psicólogo o terapeuta puede invitar a la persona a centrarse en sus sensaciones corporales inmediatas, en lugar de alimentar los pensamientos ansiosos.

Para ello, se puede realizar una exploración guiada de los sentidos, invitando a notar:

  • La temperatura del aire sobre la piel.
  • Los sonidos del entorno.
  • La textura de la ropa sobre el cuerpo.
  • La presión de los pies en el suelo.

Durante esta práctica, se le puede preguntar:

  • ¿Qué partes de tu cuerpo notas más tensas en este momento?
  • Cuando diriges tu atención a un sonido o una textura, ¿qué sucede con tus pensamientos ansiosos?
  • ¿Qué diferencia percibes entre estar atrapado en los pensamientos y centrarte en tus sensaciones corporales?

Esta técnica permite romper el ciclo de ansiedad, ayudando a la persona a volver al presente a través de los sentidos.

De esta manera, facilita la regulación emocional, ya que ayuda a reducir la activación del sistema nervioso simpático y favorece una respuesta más calmada desde la que puede explorar con mayor profundidad lo que le sucede.

Otro contexto en el que esta práctica puede ser útil es con personas que han experimentado algún tipo de trauma y que, como mecanismo de defensa, han aprendido a desconectarse de su propio cuerpo.

Esta disociación puede dificultar la identificación y el manejo de ciertas emociones, afectando su proceso de recuperación.

El mentor o psicólogo puede guiar a la persona a utilizar los sentidos como herramienta para reconectar con su cuerpo de manera segura.

Algunas técnicas útiles pueden ser:

  • Presionar suavemente los pies contra el suelo.
  • Tocar una textura suave o un objeto familiar.
  • Percibir la respiración sin modificarla.

El objetivo de esta práctica no es revivir el trauma, sino ayudar a la persona a sentirse anclada en el presente y reconectar con su cuerpo de una manera segura y gradual.

Después del ejercicio, se pueden formular preguntas como:

  • ¿Qué sentido te resulta más seguro para comenzar a conectar con tu cuerpo?
  • Cuando tocas un objeto con atención, ¿cómo te hace sentir en relación con tu experiencia actual?
  • ¿Hay alguna sensación agradable o neutral en tu cuerpo en este momento?

Esta práctica ayuda a las personas a reconectar con su cuerpo de manera progresiva, sin forzar ni generar sobreexposición.

También fortalece su capacidad para volver a sentirse presentes y seguras en el momento actual, permitiendo una relación más consciente y equilibrada con sus emociones.

Finalmente, esta práctica también puede aplicarse en la terapia de pareja, donde uno de los problemas más comunes es la falta de escucha real.

Muchos conflictos surgen porque las personas están más concentradas en preparar su respuesta que en escuchar realmente al otro.
El psicoterapeuta puede guiar a los miembros de la pareja en un ejercicio de presencia a través de los sentidos durante la conversación.

Puede invitarlos a notar el tono de voz del otro, las expresiones faciales y su propia reacción corporal mientras escuchan sin interrumpir.

  • Cuando escuchas atentamente a tu pareja sin pensar en tu respuesta, ¿qué notas en tu cuerpo?
  • ¿Qué detalle del lenguaje corporal de tu pareja no habías percibido antes?
  • ¿Cómo crees que esta forma de presencia puede mejorar vuestra comunicación?

Este pequeño ejercicio permite a la pareja salir del modo reactivo y desarrollar una escucha más profunda y empática. Al centrar la atención en los sentidos, pueden detectar matices en la comunicación que antes pasaban desapercibidos, mejorando así su conexión emocional.

Estas tres situaciones terapéuticas demuestran cómo la práctica de “volver a los sentidos” puede integrarse fácilmente en sesiones de mentoría o psicoterapia, así como en la vida cotidiana.

Este enfoque ayuda a las personas a estar más presentes, más conectadas consigo mismas y con su entorno.

En última instancia, como ya hemos comentado antes, “volver a los sentidos” es una manera de volver a la vida con más autenticidad y conciencia.

Cuando integramos esta práctica en nuestro día a día, descubrimos que la calidad de nuestra experiencia se transforma. Dejamos de ser espectadores pasivos de nuestros pensamientos y nos convertimos en participantes activos de nuestra propia vida.

Aprendemos a escuchar con más atención, a observar con más curiosidad y a experimentar el mundo con una intensidad renovada. Esto no solo nos ayuda a reducir el estrés y mejorar nuestro bienestar emocional, sino que también nos permite cultivar relaciones más profundas y significativas.

La práctica de volver a los sentidos nos invita a reducir el modo automático, a notar los detalles sutiles de nuestra realidad y a vivir con una mayor sensación de equilibrio. Nos permite recuperar el placer de las cosas sencillas: el sabor de una buena comida, la textura del viento en la piel, la melodía de una conversación sincera. También nos ayuda a mejorar la relación con nosotros mismos, ofreciéndonos un espacio para identificar y regular nuestras emociones con más claridad y compasión.

Por otro lado, en el ámbito profesional, esta práctica mejora la toma de decisiones y aumenta la capacidad de concentración, entre otros beneficios.

En profesiones de alta demanda emocional, como la psicología, la educación o la salud, aprender a estar plenamente presentes puede marcar una gran diferencia en la calidad de la atención que ofrecemos a los demás.

 

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