EL CONCEPTO DE UNO MISMO Y EL “YO” EVOLUCIONAN CON EL TIEMPO. NO “ERES ASÍ”.
Cuántas veces, ante una discusión con un amigo, amante, pareja, o compañera de trabajo hemos escuchado, ya saliendo de nuestra boca o de quién tenemos enfrente, “es que yo soy así!”. Y no lo escuchamos para decir “yo soy así, tengo un sólo corazón” o “yo soy así, mi cuerpo está compuesto de células”, o “yo soy así, un ser vivo de la familia de los animales, no los vegetales, sinó de los animales, que quede claro!”. Sinó que lo escuchamos cuando, a veces, queremos justificar nuestra forma de hacer.
Y es que, incluso se ha demostrado que lo que éramos a los 14 no tiene ningún vínculo con quien seremos a los 70, ninguno. Sólo el mantener como un tótem la frase de “yo soy así”, nos condena a esta aparente falta de flexibilidad en nuestras formas de relacionarnos. Con los demás y con nosotros mismos.
¿Qué hago con mis pensamientos? ¿Qué hago con mis emociones? ¿Qué hago con las células de mi cuerpo? No “somos así”. Sino que, como dice la ciencia y también aquel “simpático” expresidente del gobierno: “los catalanes, hacen cosas”. Y no sólo los catalanes de El Prat de Llobregat, también los de Gavá o los extremeños de Navas del Madroño… no “somos así”, sino que “hacemos así”.
Día a día, con nuestras acciones, pensamientos y sentimientos damos forma a nuestra existencia y a las relaciones que tenemos con nuestro entorno. Y cada paso que damos es una nueva oportunidad para poner estas funciones al servicio de una vida más plena y feliz.
¿Si no “soy así”, cómo puedo saber quién soy?
Iniciar un proceso terapéutico con nuestros psicólogos o terapeutas de nuestro gabinete de El Prat de Llobregat, es como realizar reformas en nuestras viejas y rígidas formas de relacionarnos. Un viaje donde podemos reformular nuestros patrones de relación y generar un contacto con el entorno más sano y adaptado a la realidad presente.
Se trata de reconocer, contactar y reformar la máscara que creamos en la época en que necesitábamos, si o si, adaptarnos al medio donde nacimos y crecimos, y que hoy en día todavía confundimos con nuestro Yo verdadero.
Durante la infancia, la falta de un apoyo adecuado a nuestras necesidades hizo que empezáramos a elegir las emociones y las acciones que nos servían para sacar adelante con nuestra existencia y apartar las que sentíamos que nos condenaban a la desesperación del abandono.

Esta elección hecha desde la urgencia, para garantizar nuestra supervivencia y pertenencia al sistema familiar, hizo que se generara confusión en nosotros.
Para sobrevivir, durante años fuimos asimilando como propios valores, creencias, modos de hacer, de pensar y de actuar de otros. Aprendimos a reprimir y deprimir emociones, pensamientos y acciones que el entorno nos hizo saber o que, desde el conocimiento limitado de un niño, entendimos, que nos harían estar solos en este mundo. Sacando de aquí y poniendo de allí creamos una máscara, y hoy en día aún la mantenemos por el temor a perder el contacto con los demás si nos la sacamos y mostramos nuestra esencia.
Este maltrato sufrido se internaliza y hoy en día el adulto que viene a terapia lo experimenta como información sobre él mismo, en lugar de una experiencia que se ha producido en una relación con los demás.
¿Cómo puedo sentirme yo mismo, libre y vivo?
Durante el proceso psicoterapéutico, el paciente aprende a clarificar, a colocar la responsabilidad a quien corresponde; tiene un espacio para experimentar y transformar las respuestas emocionales desadaptadas en respuestas vivas, amorosas y asociadas a la situación presente; transita el duelo de la infancia perdida, así como deshace la fantasía de unos padres idealizados; acepta la realidad de las relaciones estropeadas y de los sueños que ya nunca se podrán realizar.
Viendo y aceptando su realidad, el paciente tiene la oportunidad de liberarse de viejos patrones y reformar su vida; a partir de creencias y valores propios, y no sobre aquellos que en su día se tragó provenientes de manos ajenas; reformar su vida con una nueva gestión de las emociones, que esta vez sí que le permitan satisfacer sus necesidades; reformar su vida con acciones más nutritivas y amorosas.
Con la presencia y el apoyo obtenido por parte de un profesional durante el proceso de psicoterapia, el paciente puede rehacerse a cada paso; escuchando, momento a momento, que siente, que necesita, dónde está, quién está ahora, que hace aquí. Y continuar, así, el camino de crecimiento y de desarrollo de su existencia en este mundo.

Aleix Boronat Monfort
Director y fundador de l’Espiral. Terapeuta Gestalt, Formador y Mentor en Mindfulness y Miembro adherente de la AETG. Formación en Psicoterapia Integrativa (programa SAT). Formado en técnicas psico-corporales (Yoga, Shiatsu y Movimiento, Bioenergética y Movimiento Auténtico).