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La vida no vivida: ¿Qué es realmente?

El sufrimiento que experimentamos proviene de nuestro condicionamiento cultural; el condicionamiento que sufrimos dentro de nuestras familias, que proviene del aferramiento existencial, que es una especie de defensa de nuestra existencia.

Pero el sufrimiento que experimentamos es esa sensación de no poder vivir con toda nuestra plenitud. Carl Jung dice que una de las mayores influencias, en su descendencia y en el mismo, es la vida no vivida de los padres.

Y esto es algo que, tarde o temprano, en un proceso de psicoterapia acaba viéndose.

Cuando los pacientes atendidos por un psicólogo en el Prat de Llobregat se enfrentan a explorar su vida no vivida, acostumbran a decir cosas como: «Oh, realmente yo quería ser músico, y me conformé con la informática». O, «Oh, yo realmente quisiera haber viajado más, cambiar de país o tener de marido aquel novio que conocí en las noches de fiestas en El Artesà de El Prat».

La vida no vivida es energética

Pero eso es un nivel. Pero realmente, la vida no vivida es energética.

Es lo que hay en nosotros que no estamos dispuestos a dejar caer y abrir y sentir, ya sea la soledad, o la vergüenza, o el miedo, o la pasión, o el anhelo; es la vida no vivida. Porque todo lo que no se siente o no se ve, nos identifica; nos mantiene pequeños.

Así que, poco a poco, los participantes en nuestros talleres de Mindfulness o en las sesiones con un psicólogo o un Terapeuta Gestalt, se van percatando que, en su propia vida, para muchas personas, hay realmente un trasfondo de decepción o un sentimiento de quedarse corto, que tiene que ver con no vivir la vida plenamente.

Hay una sensación de posibilidad que no se está manifestando. Eso es la vida no vivida. Eso es que hay algo de lo que todavía nos alejamos habitualmente, a lo que no estamos dispuestos a abrirnos.

Para mucha gente esta es realmente la convergencia más clara de la psicología budista y la psicología occidental, que es que necesitamos iluminar con la luz de la conciencia cualquier parte de la psique a la que no estemos realmente abiertos. Necesitamos practicar Mindfulness o Movimiento Auténtico, o Yoga. Cualquier disciplina que nos abra a un espacio más grande que nosotros mismos.

Así que, si miramos un poco más de cerca, si practicamos alguna disciplina o nos dejamos acompañar por un profesor de Mindfulness, podremos darnos cuenta cómo entramos en trance, y, cómo salimos. Para ello, en nuestros talleres muchas veces utilizamos el acrónimo RAIN (Reconocer, Aceptar, Investigar, Nutrir) que es realmente la práctica de la atención plena y la compasión.

El trance, el abandono, se sustenta en estar perdido en el pensamiento. Y todos nos perdemos en el pensamiento; el futuro, el pasado, tenemos un comentarista, un juez mental siempre en marcha. Y cuando nos perdemos en él no somos consciente de los sonidos que nos rodean, ni de las sensaciones, ni de las emociones… y entonces te das cuenta de que es realmente un corte; estamos realmente cortados y separados en esos momentos.

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