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¿Que ganamos al contactar con el cuerpo?: Vivir más plenamente.

Encarnarse, entrar en nuestro cuerpo, significa enfrentarse a la verdad de lo que hay en nuestro cuerpo, lo que incluye el miedo, y nos abre a amar.

El miedo vive en el cuerpo. Estamos vivos en este cuerpo, y nuestro sistema nervioso experimenta el miedo, pero es posible dar presencia a ese miedo de manera que descubramos un espacio en el corazón que sea más grande, que sea lo suficientemente grande para esta vida que vive y muere.

En las sesiones de psicoterapia online y en los talleres de Mindfulness practicamos el acercarnos al cuerpo, pero hay varias maneras de prepararnos para la atención plena. En lugar de entrar directamente en la crudeza, podemos prepararnos.

En las sesiones de Mindfulness Sensible al Trauma o de Yoga Sensible al Trauma, podemos practicar la respiración -a veces conocida como respiración de coherencia- que ayuda a activar el sistema parasimpático y desactivar el simpático. Es una respiración larga y lenta, una inspiración igual y una expiración igual. Sin pausas intermedias. Si la pruebas, seguramente te calmará.

Si lo deseas lo puedes practicar ahora mismo, poniendo una mano en el corazón y la otra en el vientre. Las investigaciones demuestran que hay células neuronales alrededor del corazón que se activan durante el estrés y responden a la presión y al calor de nuestro tacto. De hecho, nos calma. Es aún más eficaz si lo combinas con pensamientos de cariño.

Otra manera con la que puedes activar el parasimpático, reducir el miedo, es caminando por la naturaleza. Hay muchas investigaciones que muestran la diferencia entre alguien caminando en una calle de la ciudad o caminando en la naturaleza. De hecho, el psicólogo o Terapeuta Gestalt experto en Mindfulness, puede recomendar a nuestros pacientes de El Prat de Llobregat, al salir de consulta, que paseen por los espacios naturales del Delta del Llobregat para favorecer esta conexión y activación del sistema parasimpático y así poder integrar mejor los aprendizajes hechos en terapia.

Estamos explorando el cómo volver a casa. ¿Cómo volvemos al jardín de nuestro cuerpo? Lo hacemos directamente, reconociendo lo que nos sucede, permitiendo, aceptando que eso está ahí, investigando en nuestro interior cómo es eso y permitiendo que nuestra presencia amorosa aporte paz lo que sea que necesite nuestro ser.

Lo hacemos simplemente volviendo a entrar e investigando. Estando «ahí», con nosotros mismos, con nosotras mismas. Y, o lo hacemos gradualmente, recordando primero un sentimiento de amor, conexión o seguridad y luego entrando suavemente; pero, de cualquier manera, para descubrir y experimentar lo que anhelamos, el cuerpo es el portal.

Deseo invitarte, por un momento, a comprobar si estás aquí. Podrías sentir tus manos y percepción sobre ellas, ¿Está tu conciencia llenando tus manos? ¿Estás sintiendo realmente tus manos? ¿O son sólo un objeto? Date un momento para respirar y observar. ¿Y tus pies? ¿Son tus pies un objeto ahí abajo? ¿O puedes sentirlos profundamente?

¿Puedes percibir la longitud y el volumen de tus brazos, y sentirlos plenamente?

¿Y tu corazón? ¿Puedes llevar suavemente tu respiración a tu corazón? Puedes llegar a contactar con el corazón y decir internamente “esta es la vida del corazón, ahora mismo».

Cuando empezamos a honrar y atender al cuerpo de una manera presente, aumentamos nuestro nivel de vitalidad y vivacidad.

Estos son los frutos que vienen a medida que estamos cada vez más despiertos en nuestro cuerpo. Cuando empezamos a honrar y atender al cuerpo de una manera presente, aumentamos nuestro nivel de vitalidad y vivacidad.

En nuestros talleres de Mindfulness, o cuando la gente realiza una práctica de Movimiento Auténtico, volvemos una y otra vez y sentimos la vida del cuerpo. Muchos de los practicantes de esta disciplina de Atención Plena Encarnada, describen un despertar de los sentidos.

A veces se siente como salir al exterior en primavera y ver ese nuevo verde de la primavera, ese amarillo de las flores y sentirlo dentro de nosotros, en nuestro corazón, en nuestra piel: «¡Puedo sentirlo en mi cuerpo!». O escuchar el sonido de los pájaros y decir: «Era una sinfonía preciosa». Eso es lo que es posible: que estos sentidos se despierten y empieces a captar los matices de los sonidos, los sabores, etc.

Así lo expresa Eduardo Galeano: «La Iglesia dice que el cuerpo es un pecado. La ciencia dice que el cuerpo es una máquina. La publicidad dice que el cuerpo es un negocio. Pero el cuerpo dice: ‘¡Soy una fiesta! ’».

El primer fruto de contactar con el cuerpo es que conseguimos vivir más plenamente.

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