Hay una historia que se cuenta en el Medio Oriente sobre un hombre que fue acusado falsamente como criminal y fue encarcelado. Un amigo fue a visitarlo y le regaló una alfombra de oración. Nuestro protagonista se sintió muy decepcionado, ya que él habría querido una sierra para metales o algunas herramientas para ayudarle a salir de la cárcel. Pero tras pensar un momento, se dijo a sí mismo «Bien, pues esto es todo lo que tengo. Más vale que lo use». Así que todos los días se arrodillaba, se inclinaba y rezaba. Pronto empezó a familiarizarse con el patrón que se tejía en la alfombra. Y un día, se dio cuenta de que la imagen de la alfombra, era en realidad el diagrama de la cerradura que podía abrir para escapar hacia la libertad.
El camino que nos libera, el portal hacia la libertad, estuvo todo el tiempo allí.
Es lo que estamos pisando. Es esa vitalidad que está en nuestro cuerpo, justo aquí. Es lo que está sucediendo ahora.
Probablemente la mayor ilusión del mundo, es que es algo que está en el camino, que tenemos que esperar y aprender a conseguir y demás. Pero, parece ser, está aquí mismo. La alfombra de la oración está justo debajo de nuestros pies.
Todo lo que experimentamos: Una sensación de miedo, una sensación de alegría, excitación, lo que sea, ha estado registrado en nuestro cuerpo vivo, desde siempre. Así que si queremos entrar en la realidad tenemos que experimentar la vivacidad que está en nuestro cuerpo. Ese es el camino.
Buda dijo que es a través de este cuerpo que experimentamos todo el universo. Y Kabir, el poeta místico más venerado de la India, lo dijo así: “El Dios que busco está dentro”.
En las sesiones de psicoterapia, que el psicólogo o Terapeuta Gestalt especializado en Mindfulness imparte en El Prat de Llobregat, enseñamos a nuestros pacientes que cualquier área de cuidado que sintamos que es importante para nosotros, requiere ir a donde las emociones viven, al cuerpo, para procesarlas y desplegarlas.
Cualquier realización que busquemos requiere que estemos despiertos en los sentidos para poder contactar directamente con la realidad.
Cualquier amor que anhelemos requiere estar en el cuerpo, para que podamos sentir nuestros corazones, de modo que no sea algo conceptual o abstracto.
La influencia de nuestra programación neurológica y cultural
El reto, entonces, es el que todos conocemos: tendemos a salir de casa, de nuestro cuerpo, una y otra vez.
Si piensas en los lugares a los que viajaste hoy en tu mente – si repasas el día, probablemente notaste que, en realidad, no hubo muchas franjas de presencia viva. Pasamos nuestro tiempo en un diálogo interior bastante incesante sobre lo que está a la vuelta de la esquina, lo que tenemos que planificar, lo que nos preocupa.
Cuando no estamos encarnados nos identificamos como un «yo separado», no tenemos una sensación real de pertenencia conectada. Nos sentimos algo así como un: «Yo aquí», y «el mundo ahí fuera».
A medida que continuamos trabajando en ser más y más conscientes. A medida que avanzamos en nuestras sesiones de psicoterapia online o presencial, a medida que vamos realizando las propuestas de Mindfulness que el psicólogo o Terapeuta Gestalt nos propone, empezamos a ser conscientes de ello, y a través de esa presencia, volvemos a entrar en contacto con nuestro ser encarnado. Volemos a abrazar la vitalidad de nuestra presencia encarnada.
Ahora bien, eso es difícil; porque la naturaleza de estar encarnado es experimentar lo agradable y lo desagradable. Lo desagradable puede ser intenso. Podemos experimentar toda la crudeza de los elementos del fuego, la presión, la pesadez y el peso. También podemos experimentar la fluidez, la luz, la danza, la vibración, etc. Esto lo saben muy bien los practicantes de Movimiento Auténtico.
Cuando empezamos a comprobar la permanencia en el cuerpo, sentimos la crudeza de nuestra vulnerabilidad como organismos humanos. Sentimos la sensación de apriete del miedo, el vacío y el dolor de la vergüenza. También experimentamos el éxtasis vibracional del amor.
Todo está en el cuerpo. Y lo que aprende el paciente o el alumno de nuestros talleres de Mindfulness es, en primer lugar, sobre cómo volver de todo el pensamiento. Y luego, cómo, con conciencia y con amabilidad, podemos realmente abrirnos a esta increíble, cruda y dinámica danza que está sucediendo aquí, en nuestro cuerpo.
Tenemos que desacondicionar nuestra reacción límbica habitual de intentar controlar las cosas
De forma simplificada: Para permanecer en este cuerpo, tenemos que desacondicionar nuestra reacción límbica habitual de intentar controlar las cosas. Esto es algo omnipresente.
Cada uno de nosotros tiene un sistema nervioso que está preparado para, cuando algo es agradable, de alguna manera tratar de buscarlo más, mejorarlo, aferrarse a ello; y, cuando es desagradable, tratar de alejarse de eso.
Una criatura de pocas células o una ameba lo hará, se contraerá, y eso es justamente lo que hacemos. Así que hay un descondicionamiento que es necesario. Sin embargo, tenemos mucha programación en nosotros que nos invita a seguir la forma en que lo hemos estado haciendo.
Esto está profundamente reforzado por nuestra cultura. Nuestra cultura está en una detención del desarrollo en términos del nivel egoico. No siguió evolucionando en su mayor parte. Y se puede ver en muchos niveles: Esta necesidad de dominar la naturaleza, de tener el control. Es como si los humanos tuvieran derecho a controlar la naturaleza y a todas las demás especies, y a matar, violar, etc., incluyendo a su propia especie.
Se puede ver en cómo sobre-medicamos nuestro cuerpo. Se puede ver en nuestras adicciones a las sustancias, y en lo enganchados que estamos a la realidad virtual, en que estamos tratando de controlar las cosas y no vivir en la naturaleza de estos cuerpos.
Aleix Boronat Monfort
Director y fundador de l’Espiral. Terapeuta Gestalt, Mentor en Mindfulness y Miembro adherente de la AETG. Formación en Psicoterapia Integrativa (programa SAT). Formado en técnicas psico-corporales (Yoga, Shiatsu y Movimiento, Bioenergética y Movimiento Auténtico).
