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La historia de un matrimonio con problemas: El amor y la atención plena.

A menudo, en las sesiones de psicoterapia o los cursos y talleres de Mindfulness que realizamos en El Prat de Llobregat, hablamos de las «dos alas de la conciencia» que nos liberan. Una es el ala de la atención plena, la visión clara, esa metacognición o testimonio que ve «¡Oh, esto es una creencia!»; la otra es el ala del amor. Otra historia que me gustaría contarte es cómo ellas trabajan juntas. Lo ideal es no esperar hasta el final de nuestras vidas para ver que… la creencia que nos estuvo reteniendo, de repente pierde su poder. Queremos ser capaces, día tras día, de hacer brillar la luz de la conciencia… poder desarrollar ese testigo amoroso sobre las creencias para que puedan empezar a disolverse.

Las alas del amor y de la atención plena.

Hay un matrimonio con problemas. Un matrimonio en un punto muerto. La esposa está muy, muy insatisfecha. Ella quiere que él sea más íntimo y vulnerable y no tan distanciado espiritualmente; quiere que le diga «te quiero» y la mire a los ojos. Él está muy bloqueado y estancado, muy a la defensiva, muy insultado cuando ella hace lo que él considera exigencias. Eso está creando mucho sufrimiento en el matrimonio. Así que deciden explorar asistiendo a sesiones de terapia de pareja. Bajo el aislamiento y la actitud defensiva de él, había un verdadero sentimiento de deficiencia. Él era un crítico muy duro. Su dura crítica decía básicamente: «Eres un hipócrita. Eres un impostor. Hablas de hacer el bien ¡pero tú no lo haces!» Y esa parte que lo llamaba impostor básicamente le decía: «Eres ambicioso, tu ego es el que manda» y «no cumples realmente con lo que dices».

Él en realidad, aunque tenía una vida social muy activa, no tenía amigos íntimos y no era capaz de permitir que las personas entraran en su vida. De hecho, en toda su vida nunca se sintió realmente cercano a alguien; sin embargo, parecía alguien muy simpático y hasta jovial. Cuando en las sesiones de terapia de pareja que realizaban en l’Espiral de El Prat empezaron a investigar con la ayuda de estas dos alas… y a indagar en ello, él pudo sentir que debajo del argumento «eres un hipócrita», «no cumples con lo que dices» había un verdadero y profundo sentimiento de auto aversión y vergüenza. Y mientras iba notando eso, pudo identificar la creencia; y luego entrar en contacto con los sentimientos subyacentes, que eran realmente una sensación de hundimiento, hueco y vacío en su corazón. Podía sentir el sufrimiento que había llevado consigo durante muchos, muchos años, ese sentimiento de profundo aislamiento.

Problemas matrimonio

A veces en psicoterapia Gestalt llevamos a cabo una técnica que se llama “La Silla Vacía”, dónde ponemos sentados en esa silla partes nuestras no integradas, voces internas que necesitan ser escuchadas o que necesitan expresarse. En uno de los momentos de esta técnica, el psicoterapeuta le hizo una pregunta que despierta el ala del amor: «¿Qué es lo que más necesita esa parte doliente que hay en ti?» En el artículo anterior, Pol necesitaba que le recordaran que “existe” un Dios amoroso; que hay salvación; que puede ser abrazado por el corazón de Dios.

¿Qué necesita… qué necesita ese lugar doloroso?

En el caso de Marcel (nombre ficticio), él necesitaba perdón y sentirse amado. Él seguía diciendo: «Tengo miedo», «lo estoy intentando», «No puedo evitarlo». Necesitaba sentirse perdonado y amado. Esa era la parte final, era — y llamamos a esto el tipo de autocompasión — en la que pedía perdón a su pareja; y también se lo ofrecía a sí mismo. Invocó el amor, sintió que se derramaba en él, realmente se rindió a él y se sintió perdonado. En las sesiones de Mindfulness o de terapia, después de hacer este tipo de procesos, a menudo el psicólogo o Terapeuta Gestalt, pregunta : «¿Cómo es ahora?», «¿Quién eres si ya no vives con esa creencia? ¿Quién eres tú?» Para él, era esta espaciosa y vibrante presencia. Se sentía realmente en casa. Y —digo esto porque no quiero que suene como un cuento de hadas— tuvo muchos rodeos, en los que intentaba ser más realista con su mujer, y se sentía bloqueado y tenso, y mal consigo mismo. Cada vez, tenía que encender la luz de nuevo, traer esas dos alas y decir «Bueno, ¿qué está pasando? Está bien, la creencia. ¿Qué hay debajo? Oh, la vergüenza. Muy bien, perdonado, perdonado». Él estaba llamando al perdón; ofreciéndoselo a sí mismo.

«Las neuronas que se disparan juntas se conectan entre sí»

Así es como nuestro cuerpo-mente funciona: «Las neuronas que se disparan juntas se conectan entre sí». Cuanto más practicamos algo, más se convierte en las vías neuronales que realmente cambian nuestra experiencia. El modo como él estaba practicando deshizo la historia. Estaba practicando la presencia amorosa que debilitaba esa historia de «eres un hipócrita, eres malo, no cumples con lo que dices». Meses después terminaron las sesiones. Y dijo: «Por primera vez en veintiséis años, nos sentimos en casa el uno con el otro. Estamos sintiendo el corazón del otro». Así que cuando hay sufrimiento y ese es básicamente el camino nuestra vida, hay una pregunta: ¿En qué historia estamos creyendo? Como individuos y como cultura, ¿qué historias estamos creyendo? Y entonces nos toca mirar a través de los ojos del testigo amoroso para empezar a descifrarlas.

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