Como comentaba en el anterior artículo, cuando empezamos a prestar atención, ya sea solos o después de haber aprendido las técnicas de Mindfulness con un psicólogo en El Prat, empezamos a reconocer que nos hemos vuelto contra nosotros mismos y que, de alguna manera, nos estamos evaluando y tenemos la sensación de ser deficientes.
Y aunque la mayoría de la gente es consciente de la cantidad de juicios que hay, juzgarse a uno mismo, juzgar a los demás, no son necesariamente conscientes del trance que esto crea.
Llamamos a esto “trance” porque la realidad se ha encogido. Se vive en una identidad de un yo deficiente, un yo que de alguna manera se está quedando corto y un olvido del misterio y el amor y la pertenencia y la belleza que realmente están en la fuente de nuestro ser.
Y cuando estamos en este trance, y a menudo me refiero a él en estos artículos como el “trance de la indignidad”, es muy, muy difícil intimar realmente con alguien.
En el fondo tenemos la sensación de que ahora podría gustarles, “pero en realidad no saben cómo soy”. Así que hay cierta desconfianza de que alguna vez podamos estar cerca de alguien íntimamente presentes.
Cuando estamos en el trance de la indignidad, en el que hay mucho malestar y miedo, este impulsa el comportamiento adictivo de la manera más profunda, nos impide vivir el momento plenamente.
Hay una cierta sensación de necesidad de ser diferentes, de intentar probarnos a nosotros mismos, de disculparnos por nosotros mismos.
Como descubren los que se implican en un proceso de psicoterapia profundo de la mano de un psicólogo en El Prat experto en Mindfulness, hay un sufrimiento muy profundo en estar en guerra con uno mismo, en sentirse insuficiente.
Y en cualquier momento en el que haya incluso una ligera sensación de que no estoy bien, en cualquier momento no estamos en casa.
No estamos en casa en nuestros cuerpos, no estamos en casa en nuestros corazones. Tenemos la sensación de que algo va mal.
Hay maestros de meditación que han llegado a considerar nuestra enfermedad como añoranza. Y conmueve ver que, cada vez que estamos de alguna manera desconectados, de alguna manera en desacuerdo con nosotros mismos, estamos sufriendo. Hemos olvidado realmente el misterio. Hemos olvidado la conciencia que está aquí.
Un ejemplo muy “bestia” de este trance de la indignidad es la historia de un tigre del zoo nacional de Washington.
Se llamaba Mohini, una tigresa blanca, la habían metido en la jaula de un león, en realidad, una jaula de 3 x 3 metros, y se paseaba de un lado a otro y de un lado a otro. Finalmente, tras algunos años así, los naturalistas decidieron que necesitaba vivir en un entorno mucho mejor.
Así que crearon para ella un hermoso entorno natural de hectáreas y hectáreas de colinas y estanques, etc., y estaban muy contentos de transportarla y llevarla a su nuevo hogar. La depositaron en su recinto y enseguida empezó a pasearse de un lado a otro por un tramo de 3 x 3 metros hasta dejarlo sin hierba.
Y lo hizo el resto de sus días, el resto de su vida. Estaba en la esquina de ese recinto paseándose.
Leer esta historia despierta el sentimiento de una especie de paradoja en la que vivimos.
Por un lado, estamos atrapados todos los días en nuestro condicionamiento, todos los días para sentirnos de alguna manera ansiosos, de alguna manera que estamos tratando de llegar a alguna parte y que no somos suficientes, y atrapados en eso, atrapados en algún sentido de un pequeño yo.
Y también intuimos algo más. Intuimos la posibilidad de la libertad y de amar plenamente, y realmente de vivir desde la conciencia, desde la presencia.
Y así como Mohini operaba fuera de ese condicionamiento y, sin embargo, tenía de alguna manera la posibilidad de una mayor libertad, es lo mismo para nosotros.
El poeta irlandés John O’Donoghue dice: «¿Qué pasó con nuestra naturaleza salvaje? ¿Cómo hemos salido de esa conexión con nuestra naturaleza salvaje?
Lo salvaje de lo divino, ese misterio de lo que somos.
Aleix Boronat Monfort
Director y fundador de l’Espiral. Terapeuta Gestalt, Mentor en Mindfulness y Miembro adherente de la AETG. Formación en Psicoterapia Integrativa (programa SAT). Formado en técnicas psico-corporales (Yoga, Shiatsu y Movimiento, Bioenergética y Movimiento Auténtico).
