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El camino de vuelta a casa

Como descubren, con el tiempo, nuestros pacientes al llevar a cabo un proceso de psicoterapia profundo, reconocer lo que está sucediendo y experimentar en nuestro cuerpo lo que está sucediendo y ser capaces de decir “sí” es la base para sanar todas las emociones, realmente para liberarnos.

Lo que ocurre en los talleres de Mindfulness que impartimos, es que estamos descubriendo el espacio del corazón donde todo es bienvenido y, en lo más profundo, estamos descubriendo que eso es lo que somos, ese espacio del corazón.

Para muchas personas, y esto es especialmente cierto cuando hay odio hacia uno mismo, cuando hay una profunda vergüenza, decir “sí”, afrontar lo difícil con presencia, puede parecer imposible.

Incluso parece peligroso relajar nuestra resistencia o dejar de culparnos, abrir el corazón.

Leí una historia sobre el mago Houdini que viajaba por Europa y su espectáculo consistía en que le ponían una camisa de fuerza y luego le metían en una celda. Y en un momento se liberaba de la camisa de fuerza y de la celda. Asombraba a todo el mundo.

Pero fue a un pequeño pueblo de Irlanda y de nuevo le pusieron una camisa de fuerza, le metieron en la celda. Pero por mucho que trabajara en la cerradura, podía librarse de la camisa de fuerza, pero no podía liberarse de la celda. Finalmente, toda la gente del pueblo se marchó. Estaban realmente decepcionados y él le pidió al carcelero que le dejara y le dijo: “¿qué pasa? ¿Teníais aquí alguna cerradura nueva y sofisticada?” Y la respuesta del carcelero fue: “no, es la misma cerradura de siempre. Simplemente no la cerré”.

En otras palabras, Houdini se había estado encerrando a sí mismo.

Nuestros juicios, nuestra propia forma de intentar convertirnos en una persona mejor, en realidad nos aprisiona en ese trance de algo va mal en mí.

Y ese trance es una especie de bucle, si nos fijamos bien.

Tenemos creencias internalizadas desde hace mucho tiempo de que, de alguna manera, nos hemos quedado cortos, que no somos queribles, que siempre vamos a fallar, que no podemos confiar en los demás, cualquiera sea la forma particular de la creencia.

Y cada vez que tenemos pensamientos relacionados con esa creencia, hay un correlato físico, hay algo que sucede en nuestro cuerpo, una sensación sentida que en realidad es la expresión de ese pensamiento en nuestra forma física. Algo que comprenden en profundidad los practicantes de Movimiento Auténtico.

Lo que ocurre es que esas sensaciones físicas generan más pensamientos. Así que vivimos en una especie de bucle de pensamientos y sentimientos que confirman de una manera muy profunda la sensación de que no estamos bien.

No es sólo una creencia, es una sensación de que algo va realmente mal en mí.

Hay una enseñanza que dice que nuestras creencias se convierten en nuestros pensamientos, nuestros pensamientos en nuestras palabras, nuestras palabras en nuestras acciones, nuestras acciones en nuestros hábitos, nuestros hábitos en nuestro carácter y nuestro carácter en nuestro destino.

Y el poder de esta enseñanza es que mientras estemos viviendo en ese bucle de creer que algo está mal con nosotros y sintiendo la sensación, sintiendo la sensación, mientras estemos viviendo dentro de eso, seguimos haciendo los mismos comportamientos para crear la realidad que expresa nuestras creencias.

Mucha gente lo sabe de primera mano, nuestros pacientes, gracias a la ayuda de un psicólogo en el Prat lo saben: Saben cómo las cosas que les dan miedo y de las que se sienten inseguros, se hacen realidad debido a los comportamientos que surgen de las creencias.

El aprendizaje fundamental de la historia de Houdini es que mientras tratemos de alejarnos del “yo malo”, de cambiarlo, de hacernos diferentes de alguna manera, de jugar con la cerradura, en realidad estamos confirmando la creencia fundamental de que algo anda mal.

Carl Rogers lo dijo mejor. Dijo que la gran paradoja era que “no se es libre de cambiar hasta que no me acepto tal como soy”.

La aceptación, hacer una pausa y estar con nuestra vida tal y como es, es la condición previa para toda transformación.

Para que Houdini fuera libre, tenía que dejar de encerrarse en sí mismo. Y para que nosotros seamos libres, tenemos que dejar de creer en los pensamientos de que algo va mal. Tenemos que dejar de huir de la propia vulnerabilidad, necesitamos un tipo profundo de autocompasión

Lo que no podemos abrazar con amor o con aceptación nos aprisiona. Nos mantiene en el trance de un yo malo.

Así que este camino de curación emocional es realmente un camino de parar la guerra, de hacer una pausa, de no creer en los juicios, de no seguir jugueteando con esa cerradura, de no seguir castigándonos.

Y en lugar de huir y tratar de escapar de la crudeza que está aquí, realmente encontrarnos con ella con una profunda, profunda compasión.

Leí que curandero hawaiano, tanto si se trataba de sus propios demonios internos como si era al trabajar con otra persona, todo su proceso de curación se reducía simplemente a reconocer los lugares dolorosos y enviar el mensaje: “Lo siento, te quiero. Lo siento, te quiero”. Y en eso tenemos la esencia misma de la presencia, este reconocimiento con lo siento de “sí”, “esto es lo que está pasando”.

Y “te amo”, esa profunda presencia que permite.

Cuando estamos atascados en la autoaversión, el reconocimiento y el permiso de la presencia natural necesitan ser profundizados.

Cuando hay un enredo real, cuando hay un lugar emocional atascado, a veces sólo reconocer lo que está sucediendo y decir “sí” no desenreda el enredo, necesitamos una presencia más plena o profunda.

 

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