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Miedo al fracaso

En el artículo anterior explicava que Joseph Campbell describía un gran círculo de conciencia con una línea atravesándolo. Era una manera de explicar que todo lo que está en tu conciencia está por encima de la línea, y todo lo que está fuera de tu conciencia está por debajo. También decía que, cuando el miedo está por debajo de la línea, cuando lo resistimos y lo reprimimos, es cuando sufrimos.

Entonces la pregunta es: ¿cómo llevamos el miedo por encima de la línea para no sufrir?

Si quisieras dedicar las próximas semanas a despertar del trance del miedo, ¿cómo lo harías?

Para ello, al igual que hacen los alumnos en nuestros talleres de Mindfulness o los pacientes que son acompañados por un psicólogo El Prat de Llobregat experto en Mindfulness, vamos a explorar las dos alas del reconocimiento de lo que está pasando, las dos alas de la consciencia: primero la de Reconocer, poder decir en un momento dado: «ahora mismo estoy en un trance de miedo» y luego el ala de la Compasión, que sostiene ese miedo de forma.

Reconocer es la pieza inicial: ¿Puedes reconocer que estás en trance? ¿Cuáles son las señales?

Eso si, no todo miedo significa que estás en trance de miedo. El miedo es el protector de la naturaleza. El miedo es una emoción inteligente que nos hace saber «¡Eh, hay problemas, tienes que hacer algo!». Eso no es un trance. Es parte de lo que nos alerta para sobrevivir de verdad.

Por ejemplo, si estás en un coche y alguien está conduciendo y ha estado bebiendo, y tienes miedo, no estás sentado allí pensando «Ahora, quizá, estoy en el trance del miedo» – no es así. En realidad el miedo te está diciendo, muy sabiamente, «¡Hey, eso es peligroso!»

O si tienes necesidades médicas y sabes que la sanidad pública (esa que el capitalismo salvaje quiere destruir) quizá tarde un poco en atenderte, el miedo te avisa y te dice – “hey, hay algo que realmente necesitas… trata de cuidarte lo mejor que puedas”.

Pero aquí está el reto. En distinguir ese miedo. Siempre hay amenazas; y la pregunta es: ¿Las estamos inflando? ¿Estamos en un estado crónico de pensar siempre «a la vuelta de la esquina va a pasar algo malo»? Ese es el trance del miedo. El trance del miedo es cuando el miedo sobrepasa sus límites. Cuando siempre estás recibiendo ese mensaje de «¡Algo va mal! «¡Algo va mal! Algo va a pasar» y tu cuerpo está siempre en esa reactividad de lucha-huida-congelación.

Los que practican Mindfulness acompañados de un psicólogo experto en Mindfulness, pueden llegar con el tiempo, a discernir el trance del miedo.

El cuerpo del miedo

Hay lo que a veces se llama «El cuerpo del miedo». Los signos del trance del miedo están en cada nivel de nuestro cuerpo-mente. El cuerpo muestra el trance del miedo estando en una contracción crónica.

Para algunos los hombros están encorvados y el pecho está como hundido y hay una tensión… tirantez. Un maestro tibetano lo describe así, dice: «Somos como un manojo de músculos tensos defendiendo nuestra existencia».

Lo que ocurre es que, cuanto más crónico es el miedo, más se tensa el blindaje -la armadura corporal-, y se vuelve tan familiar, que no nos damos cuenta de que tenemos un cuerpo de blindaje sobre nosotros. Es el cuerpo del miedo. Este hábito de tensarnos. Los practicantes de la Disciplina de Movimiento Auténtico aprenden a reconocer muy bien este cuerpo.

Parte del cuerpo del miedo es que la mente se tensa, y estamos perpetuamente en pensamientos de preocupación.

Hay una obsesión, siempre tratando de averiguar qué está yendo mal, y qué podemos hacer sobre las cosas. Toma mucha forma de juicio.

A medida que se avanza en el proceso terapéutico, a medida que el psicólogo o terapeuta Gestalt experto en Mindfulness ayuda al paciente a sentirlo emocionalmente. O te entumeces mucho, o te alarmas mucho. A veces va hacia la depresión o la vergüenza.

Luego están los comportamientos basados en el miedo que nos alertan, que nos hacen saber “este es el trance del miedo».

Para algunos de nosotros, como es mi caso, el trance del miedo nos hace ir el doble de rápido.

Empezamos a correr deprisa. Ya sabes: esa sensación de correr como si nunca fuera a haber tiempo suficiente. Es el trance del miedo. Para muchas personas, el trance del miedo, el comportamiento, es la adicción; alguna forma de comer en exceso (aquí también estoy yo) o de… tomar más alcohol o adormecerse con diferentes drogas o alimentos… de nuevo, intentando controlar esa «mala» sensación.

A menudo entre nosotros, el trance del miedo nos tiene muy a la defensiva o muy críticos.

Esto sólo son pequeños ejemplos de ello. A menudo, en el trance del miedo hay una sensación de fingimiento, como si estuviéramos presentando un yo que intentamos que los demás aprueben porque tenemos miedo de que algo vaya mal. Así que fingimos. Actuamos como si estuviéramos mejor de lo que nos sentimos.

Esto es particularmente cierto a veces con los niños que tienen miedo de no hacerlo bien. Fingen. En un escrito sobre la respuesta de los niños cuando surgió la pregunta: «Nombra seis animales que viven específicamente en el Ártico». La respuesta fue: «Dos osos polares y cuatro focas». Mejor responder lo que sea, fingir que sabes, antes que fracasar.

Miedo al fracaso

¿Temes fracasar?

De nuevo, esta pregunta nos da una pista de cuando estamos en el trance del miedo. Como he comentado, los miedos reales son los peligros para nuestra existencia, el miedo a perder nuestra vida. Cuando no se trata de vida o muerte, uno de los valores por defecto de la mente es «¡Hay algo malo en mí! ¡Voy a perder mi estatus! ¡Voy a perder el respeto! Voy a fracasar».

Así que el miedo al fracaso es uno de los que hay que vigilar. ¿Cuántos momentos tenemos esa sensación de miedo al fracaso? Muchos de vosotros conocéis el ranking de miedos que hay, y según la mayoría de los estudios, el miedo número uno de la gente (sobre todo en Estados Unidos, que és donde se hacen la mayoría de los estudios) es hablar en público, que es una especie de muerte si te avergüenzas.

Jerry Seinfeld el famoso comediante, dice: «El número dos es la muerte. Esto significa que para la persona promedio, si vas a un funeral, estás mejor en el ataúd que haciendo el panegírico».

Cuando hay miedo al fracaso los pensamientos y los sentimientos giran alrededor de «¿Cómo lo voy a hacer?» y «¿Voy a fracasar?» Hay mucha mente comparadora. Si te ves a ti mismo comparando mucho cómo están otras personas respeto a ti… incluso comparamos respeto cómo estamos – cómo lo estamos haciendo respecto a la idea que tenemos de nosotros mismos. Pero sobre todo es el orden jerárquico. ¿Dónde estamos? ¿Cómo es nuestra inteligencia, apariencia, personalidad o éxito en comparación con los demás?

El sufrimiento es que, cuando estamos en este trance de miedo, nuestra identidad se empequeñece y nos convertimos en un yo inseguro que no es lo suficientemente bueno, que va a fracasar, algo va a ir mal, y no estamos en casa. En lugar seguro.

Un hombre con el que trabajé hace años trabajaba para una empresa muy grande y era muy adicto al trabajo. Siempre estaba escaneando lo que podría socavar su reputación dentro de la empresa. Y a menudo se cebaba con alcohol y cocaína para sobrellevarlo todo – tenía muchísimas reuniones y encuentros sociales – y la cocaína y el alcohol “le daban” confianza. Tenia miedo al fracaso. Él estaba en el trance del miedo. A causa de su adicción casi pierde su trabajo y su matrimonio. Pensaba que el Mindfulness podría ayudarlo.

Así que, como parte del proceso que también emprenden los que aprenden Mindfulness acompañados de un psicólogo o Terapeuta Gestalt, empezamos con ver lo que le pasaba. Empezamos a ver «Vale, ¿cuándo estás en trance?». Podía empezar a ver sus sentimientos y pensamientos inseguros; y su práctica era: cada vez que tenía alguna señal de trance, cada vez que tenía alguna señal de sus pensamientos comparándose con otras personas, lo que necesitaba hacer para salir adelante, para impresionar, etc., su práctica era hacer una pausa.

Para interrumpir patrones tenemos que hacer una pausa

Porque, para interrumpir patrones tenemos que hacer una pausa. Y lo que se decía a sí mismo antes de hacer algo -antes de actuar fuera del trance del miedo y hablar- lo que se decía era: «No es mi voluntad, sino la voluntad de mi corazón». Eso le ayudaba a pasar por encima de la línea que decíamos al inicio del artículo. Porque cuando estaba por debajo de la línea, todas sus acciones provenían del miedo, pero si podía reconocer el trance y su forma de interrumpirlo – «no mi voluntad, sino la voluntad de mi corazón»-, entonces había algo más de compasión, algo más de conciencia que le permitía tomar decisiones más sabias.

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