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Meditación sobre la culpa con R.A.I.N.

Después de explicar un poco como podemos abordar la culpa cuando somos acompañados por un psicólogo en el Prat experto en Mindfulness, lo que haremos ahora es explorar cómo traer la práctica de R.A.I.N. a la culpa.

Esta es una práctica, que como bien saben los que practican R.A.I.N. junto con el Movimiento Auténtico en nuestros talleres de Habitar el Ser, puede reconectarnos con nuestra propia sabiduría más profunda y con un corazón bondadoso.

Igual que has hecho en anteriores artículos, te invito a que leas las siguientes líneas como si fueran una meditación guiada por un psicólogo en el Prat experto en Mindfulness.

Naturalmente la primera vez que lo hagas necesitaras abrir y releer los párrafos para ir interiorizando las instrucciones. Tómate tu tiempo. No estás en un taller de Mindfulness guiado o guiada por un psicólogo o terapeuta Gestalt experto en Mindfulness. Se amable contigo mismo, contigo misma.

Por favor, busca una forma cómoda de sentarte, de modo que estés alerta y a la vez relajado, y a gusto. Y podrías cerrar los ojos o dejarlos entreabiertos, como si fuera una sesión de Mindfulness Sensible al Trauma, y hacer unas cuantas respiraciones completas para centrar tu atención.

Ahora identifica una situación en tu vida en la que sientas algún tipo de conflicto, resentimiento y culpa. No te recomiendo algo en lo que sientas rabia u odio, y que implique un sufrimiento traumático, porque eso no te servirá. Alguna situación en la que sientas culpa, resentimiento.

Una vez que tengas a la persona en mente, deja que te venga a la mente un incidente muy concreto que pueda haber desencadenado tu ira.

Fíjate dónde estás, en qué habitación estás, el entorno, y recuérdate a ti mismo lo que estaba pasando.

Tal vez las palabras intercambiadas y el tono de voz… la expresión de la cara de la persona… lo que sea que te haya parecido lo peor de lo que estaba ocurriendo.

Y ahora, haciendo el giro en U de R.A.I.N., llevando la atención hacia ti mismo, comenzamos con Reconocer.

Notar cuáles son los sentimientos o reacciones más predominantes que están sucediendo en tu interior. Y puedes nombrarlos con un susurro mental. Puede ser nombrar la ira, la culpa, el juicio, el resentimiento.

Luego seguimos con Aceptar/Permitir, dejando conscientemente que la experiencia esté ahí. Sin juzgarlo, sin intentar arreglarlo, sin intentar ignorarlo, pero dejando que esté ahí. Sentir que cualquier reacción merece tu respeto, que escuchas, que atiendes. Que siempre hay una inteligencia.

Así que Aceptando, haciendo espacio para lo que haya surgido empezamos a Investigar.

Y puedes preguntarte. «Cuando esto sucede, ¿qué estoy creyendo de mí mismo?». O, «¿Qué estoy creyendo sobre la otra persona?»

¿Es que realmente no te respetan? ¿O se preocupan por ti? ¿No te entienden? ¿Qué es lo que crees?

Y recuérdate a ti mismo qué es lo peor de todo esto. ¿Qué es lo más perturbador? ¿O lo más hiriente? ¿Lo más amenazador? ¿Qué esperabas, o deseabas, o esperabas que no haya sucedido en el intercambio o en la relación?

Y mientras te haces estas preguntas, siente dónde sientes los sentimientos más plenamente en tu cuerpo.

¿Dónde sientes la rabia, la culpa, la decepción? Y puedes dejar que tu cara exprese los sentimientos que sientes. Experimenta con ello.

Si es ira, puedes sentir la tensión en el entrecejo, la mandíbula apretada, la cara tensa. Incluso puedes dejar que tu postura exprese lo que sientes para estar más en contacto con ello. Para algunos, eso significa encorvar los hombros o cerrar los puños.

Siente en el lugar de tu cuerpo donde más sientes lo que sea más fuerte, y puedes colocar tu mano allí -la garganta, el pecho, el vientre- para mantener tu atención.

El interés y el coraje de sentir

Lleva ese interés y coraje a sentir realmente lo que hay debajo de la culpa, de la ira. ¿Cómo se siente ese lugar vulnerable? ¿Qué hay realmente ahí? ¿Cuál es la necesidad insatisfecha? ¿Es sentirse atendido? ¿Ser visto? ¿Respetado? ¿Valorado? ¿Importante? ¿apreciado? ¿Seguro?

Con este giro en U profundiza para escuchar interiormente la parte más vulnerable de ti, la que está debajo de la ira.

A continuación, empieza a ofrecer cariño o cuidado al lugar que se siente vulnerable.

Podrías sentir: «¿Qué es lo que ese lugar más necesita oír y sentir en este momento?». Y ofrecer un mensaje de consuelo, de reparación.

Y si te resulta difícil hacerlo por ti mismo, puedes imaginarte a otra persona -una persona en la que confías y a la que quieres, una figura espiritual- ofreciendo cuidados a lo que sientes más vulnerable dentro de ti.

De nuevo, la mano quizás en el corazón, deja que el toque sea tierno y deja que tu intención sea explorar lo que significa dejar entrar el cuidado.

Dejar entrar la bondad, la compasión a ese lugar debajo de la ira que está herido, temeroso, angustiado. Deja que el cuidado bañe realmente ese lugar.

La parte final de la práctica, “Después de R.A.I.N.”, significa que sientes la cualidad de la presencia que ha surgido.

Cualquier grado de presencia en el corazón está aquí. Puede que sólo haya un poco más de espacio y ternura, o puede que sientas un cambio real de ser quizás una víctima a ser realmente un espacio del corazón, un campo de compasión.

Y ahora empieza a ser testigo del otro con ojos claros, con el corazón abierto. Y de nuevo, con R.A.I.N. a Reconocer el comportamiento del otro, su forma de actuar y de hablar. Contemplarlo de nuevo.Ahora estás presenciando desde tu yo más elevado y sabio, la forma de actuar de esa persona cuando había conflicto y culpa.

Reconocerlo y permitirlo, dejar que esté ahí. Permitir plenamente que esa persona sea como es. Y ese Permitir te permitirá Investigar con curiosidad, con interés realmente lo que está pasando.

Así, profundizando en tu atención, podrías preguntarte: «¿Qué sentía esa persona? ¿Cómo podría haber estado su pierna en una trampa? ¿Qué podría haber estado pasando para que se comportaran de esa manera? ¿Qué esperaba o deseaba en esa interacción?».

Al sintonizar, puedes percibir qué necesidades insatisfechas pueden haber tenido. Quizá sentirse respetado, querido, importante, comprendido, apreciado o seguro.

Y ahora Nutre desde el testigo compasivo, sintiendo cuidado.

Imagina a esa persona sintiendo sus necesidades satisfechas, su pierna liberada de la trampa. Sintiendo sus necesidades satisfechas, e imagina cómo podría comportarse y ser diferente.

Sentir quiénes pueden ser. Sentir su bondad básica cuando no están atrapados en el miedo, o heridos, o sentimientos de deficiencia.

Y después, llevando tu atención plenamente aquí, a tu propia presencia, y podrías preguntarte: «¿Quién soy yo cuando estoy libre de culpa?».

Sintiendo el espacio del corazón y la conciencia que te incluye a ti mismo, a esa otra persona y a todos los seres. Sentir nuestra verdadera pertenencia.

Como forma de cerrar la meditación, podrías imaginar formas en las que podrías responder en tu próximo encuentro con esta persona teniendo más opciones.

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