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¿Qué nos impide soltar las creencias que nos hacen sufrir?

Revisar nuestras creencias, plantearnos las preguntas que nos hacíamos en el artículo anterior, es el primer paso para liberarnos de los patrones negativos que lastran nuestra vida. Pero no es algo que con planteárselo una vez ya basta. 

Podemos hacer el ejercicio de desenmascaramiento de una creencia que nos mantiene en un sufrimiento y luego descubrir, un par de días más tarde, que estamos encerrados en los mismos sentimientos… y que volvemos otra vez a lo mismo. Como les acostumbro decir a mis pacientes en mi consulta de El Prat de Llobregat o a través de las sesiones online: “La cabra tira al monte”. 

Pero cada vez que desafías, que pones en duda, una creencia, hay más parte de ti que reposa en un espacio más grande y de menos sufrimiento, de manera que se dan más posibilidades de poder decirnos «Realmente… no lo creo» cuando surge. 

Pero mientras el paciente busca, mediante la ayuda de un psicólogo o Terapeuta Gestalt, deshacer las creencias, es importante que nos podamos hacer una pregunta: ¿Qué nos impide dejarlas ir? 

Pese a que el paciente o el participante en un taller de Mindfulness, vienen con la firme intención de que le ayudemos a dejar de sufrir, igualmente este se aferra a estas creencias muy fuertemente.

Y es que, en general, todos preferimos estar seguros, preferimos estar seguros y tener la certeza acerca de algo antes que sentirnos inseguros. Incluso aunque nos estemos equivocando, pensando que somos un fracaso, o que somos un monstruo, o un error…, 

Preferimos la seguridad de una creencia a la inseguridad de no saber qué somos realmente y qué pasará si dejamos de ser eso que pensamos.

Es más seguro estar en ese papel que en esa incertidumbre de no saber. Y lo mismo nos pasa cuando nos encontramos con alguien que sufre. Preferimos darle un consejo, sacarlo de su situación, decirle, aunque sea con buenas palabras, que “está equivocado”, para tener la sensación que tenemos algo bajo control. Es tan difícil sostener, estar delante de alguien sin querer controlar lo que pasa, dejando espacio a lo desconocido… confiar… es tan difícil confiar, tan difícil soltar las creencias y nuestra necesidad de control.

Hay un chiste que da una pequeña muestra de esto: Un niño de una familia muy religiosa estaba hablando con su abuelo, que era el menos religioso de la familia, a la salida de misa, sobre las ballenas. Su abuelo le dijo que era físicamente imposible que una ballena se tragara a un humano porque, aunque era un mamífero muy grande, la garganta era muy pequeña. El niño, que justo había escuchado al párroco sobre la historia de Jonás tragado por la Ballena, insistió a su abuelo que Jonás fue tragado por una ballena. Irritado, su abuelo reiteró que una ballena no puede tragarse a un humano, que es físicamente imposible… Entonces el niño le dice: “Cuando llegue al cielo le preguntaré a Jonás”. Y el abuelo le responde “¿y si Jonás se fue al infierno?”. A lo que el niño le espetó: “Entonces pregúntale tú”. 

Soltar creencias

Nos aferramos a nuestras creencias. Queremos tener razón incluso cuando sentimos que esta creencia nos hace daño y nos martiriza.

Y es que, cuanto más herida y miedo hay, más nos aferramos a nuestras creencias como un bote salvavidas. Nos aferramos al mapa que creamos para poder sobrevivir.

A lo largo de la historia, los líderes han movilizado a las personas, alimentando su miedo y creando “los otros, los malos”. El miedo y la ignorancia: la única forma de hacer que las personas se maten entre sí. 

Nuestras vivencias están determinadas por nuestras creencias.

Las creencias guían nuestras acciones. Si alguien cree que su valor se basa en lo que logras; si crees que solo serás amado si te ves de cierta manera o que los demás no te respetarán a menos que ocultes tu vulnerabilidad, o cualquier otro tipo de creencia… lo que haces es organizar todo tu ser en torno a esas creencias, y así creas tu sentido de tu identidad.

Soltar las creencias es hacer como los trapecistas, que al soltar un trapecio se enfrentan la vacío antes de conseguir aferrarse a la siguiente barra. Cuando estás en el aire se puede sentir miedo, porque aún no te has podido aferrar a una nueva creencia más nutritiva y orgánica. No estás en ninguna parte. Y ahí reside la vía de la liberación. Poder sostener esa incertidumbre ante lo desconocido. Ante lo nuevo. Poder decir «Es real, pero no es cierto» .

Cuando uno conecta más con un espacio de compasión y empatía hacia unos mismo, como hacen las pesonas que participan en nuestros talleres de Minfulness, cuando uno empieza a practicar más y más la atención plena, se da cuenta que las creencias le impiden ser libre y que existe un anhelo de estar despierto y consciente de nuestra realidad.

Es con la práctica y con el acompañamiento profesional, que comenzamos a mirar las creencias que nos separan del bienestar: “Estás equivocado”, “Estoy equivocado”… En el fondo todos nosotros sabemos que hay un corazón puro en nuestro interior que no quiere estar atado a esas creencias.

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