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Una práctica guiada de R.A.I.N y compasión

Y para finalizar esta serie de artículos, dónde he estado hablando sobre una de las principales técnicas que emplea un psicólogo en el Prat experto en Mindfulness, R.A.I.N., te invito, al igual que has hecho en anteriores artículos, a leer las siguientes líneas como si fueran una meditación guiada por un psicólogo o un Terapeuta Gestalt en alguno de los talleres que ofrecemos regularmente.

Naturalmente, la primera vez hagas esta meditación guiada, necesitarás abrir y releer los párrafos para ir interiorizando las instrucciones. Tómate tu tiempo. No estás en un taller de Mindfulness guiado o guiada por un psicólogo o terapeuta Gestalt experto en Mindfulness. Sé amable contigo mismo, contigo misma.

En esta ocasión, practicaremos el despertar de la compasión por los demás con R.A.I.N.

Antes quiero que sepas que ésta es una práctica de vida, quizá para toda la vida.

Requiere coraje; requiere paciencia y aceptación real de las formas en que habitualmente alejamos el dolor de otras personas. Y, sin embargo, puedes confiar en que a medida que avances en este camino estarás manifestando la verdad y la bondad de quien realmente eres.

Recuerda que no estás solo. Te acompañan innumerables personas, como los participantes de los grupos de profundización en Mindfulness de Habitar el Ser, personas que, como tú, anhelan conocer nuestra conexión y anhelan que nuestras vidas sean realmente una expresión de amor en acción, trayendo amor a nuestro mundo.

Así que, antes de practicar, quiero agradecerte tu atención de estas semanas. Ha sido realmente un placer explorar cómo la meditación puede ser una medicina para nuestros tiempos, y presentarte la práctica de R.A.I.N. Así que te deseo todo lo mejor mientras continuas en el camino.

Despertar la compasión con R.A.I.N.

Y, ahora, esta práctica final que muchas veces el psicólogo en el Prat guía en las sesiones de psicoterapia o en los grupos de Mindfulness: despertar la compasión con R.A.I.N.

Me gustaría invitarte a sentarte de una manera que te permita estar relajado, tranquilo y también alerta.

Podrías cerrar los ojos y soltar cualquier tensión habitual que notes. Quizás relajando la cara, dejando que haya una ligera sonrisa en los labios. Dejar que los hombros se separen del cuello, y sentir en el interior de los hombros, tal vez percibir una disolución, una fusión de hielo en agua, y luego de agua en gas.

Suavizar las manos, dejarlas descansar de una manera fácil, sin esfuerzo. Dejar que el pecho esté abierto y el vientre suelto, relajado. Permitir que todo el cuerpo y la mente se asienten.

Tómate unos minutos para repasar las personas con las que te cruzas habitualmente en tu vida. Y elige a alguien que conozcas y que esté pasando por un momento difícil.

Puede ser alguien que esté luchando con problemas en casa o en el trabajo, con la soledad, la ansiedad o la depresión. O con problemas de salud o económicos. O tal vez el sufrimiento y el trauma que conlleva pertenecer a un grupo no dominante en nuestra sociedad.

Y, una vez que tengas a esa persona en mente, tómate unos momentos para sentir tu intención, para profundizar en tu compasión hacia ella.

Ahora empieza por observar honestamente cómo te relacionas normalmente con ellos en su dificultad. Puedes darte cuenta de si tienes alguna reacción negativa hacia ellos, tal vez algo como creer que ellos deberían ser diferentes, o es su culpa, o esto es demasiado para mí.

Tal vez te sientas impotente para ayudar, o tengas miedo de sentirte abrumado. Si percibes alguna reactividad en tu interior, empieza primero por introducir la autocompasión y el perdón en tu propia experiencia.

Puedes ponerte la mano en el corazón y sentir lo que ocurre en tu interior, y enviar una especie de energía cálida a donde te sientas vulnerable o reactivo. Tal vez algunas palabras silenciosas o un mensaje de cuidado hacia ti mismo.

Y, ahora, con R.A.I.N., llamaremos la atención sobre esta persona.

La «R», o Reconocer, significa tomar conciencia de lo que sea más predominante en esta persona que te permita saber que está pasando por un mal momento. Tal vez recuerdes la expresión de su cara, cómo te habla o cómo interactúa con los demás, las palabras que te ha enviado por correo electrónico o cualquier otro tipo de comunicación. Cualquier cosa que te recuerde a ellos en dificultades. Y, mientras lo haces, intenta obtener una imagen de ellos pasándolo mal.

Así que, Reconociendo a esta persona en dificultad, y Aceptando-Permitiendo que lo que ves esté ahí. Permitir que tu sensación de esta persona, cómo se siente, cómo se expresa, esté aquí tal y como es, sin añadir nada ni intentar arreglar nada.

Y, comenzamos a Investigar, con gentileza e interés. ¿Explorando cómo es ser tú? ¿Dónde te duele? Podrías profundizar tu atención al sentir este tipo de indagación, y preguntarte sobre esta persona: ¿qué está creyendo sobre sí misma o sobre su vida que le está causando dolor? Tal vez están creyendo que están fallando de alguna manera. Que son indignos, no queribles.

Podrías continuar Investigando sintiendo: ¿cuáles son los miedos, la vergüenza, las decepciones o heridas que estás cargando?

Intenta sentir dentro de la otra persona. ¿Cuáles son las emociones dolorosas con las que están viviendo?

Te ayudará visualizarlos de cerca, ver sus ojos y la expresión de su cara cuando lo estén pasando mal. ¿Cuál es el sufrimiento que puedes estar sintiendo relacionado con tu identidad de grupo, tu raza, orientación sexual, identidad de género y clase? ¿Existe un sentimiento de no pertenencia de alguna manera? Y, en el fondo, la pregunta es ¿qué sientes emocionalmente al ser tú?

Y, a medida que sientes eso, dejando que tu cuerpo esté despierto y abierto, puedes sentir qué es lo que esta persona más necesita experimentar en este momento.

¿Qué sería sanador? ¿Es una sensación de seguridad, de sentirse acompañado, de sentirse amado, valorado?

Sentir lo que necesitan, sentir lo que es ser ellos.

Y, si te ayuda a profundizar tu presencia con ellos, a sentir la respiración, puedes poner la mano donde sientas vulnerabilidad e inspirar e imaginar y sentir y conectar con su vulnerabilidad, con lo que sienten, con la inspiración.

Y luego exhala y deja salir esa vulnerabilidad. Deja que se mantenga en ese espacio abierto, el mar de la conciencia, hacia todo el campo de una presencia que escucha y cuida.

Por lo tanto, inspirar y sentirse tocado por el dolor de otro y espirar y sentir que ese dolor se mantiene en la inmensidad de la presencia que cuida, el mar de la conciencia.

Y, siente que tu ser puede habitar ese espacio de corazón abierto, ese mar de conciencia, que son una ola dentro de ti.

A medida que comienzas a Nutrir, a medida que comienzas a enviarles tus cuidados, ofreciéndoles algún mensaje de bondad, lo que sientas que puede ser más sanador.

Podrías susurrar mentalmente: «Lo siento y te quiero», o «Mi corazón está contigo», o «Que te liberes del sufrimiento». Sea cual sea la atención que ofrezcas, imagina que esa persona recibe y se beneficia de tus cuidados.

Ofrece cuidados energéticamente y con palabras e imagina que reciben esa presencia amorosa y se benefician.

Y, ahora, tómate un momento para imaginar a todos aquellos que están sufriendo de la misma manera. Todos aquellos que se sienten temerosos, que se sienten separados y solos, o que se sienten molestos y rechazados, que se sienten fracasados.

Imagina a todos los que están sufriendo de la misma manera que esta persona en la que has estado meditando y siente tu corazón espacioso y abierto, incluyéndolos a todos como un océano que incluye todas las olas, sosteniendo con cuidado. Nota cómo hay espacio.

Y, “Después de R.A.I.N.”, ahora dejamos ir todas las ideas de los demás y simplemente notamos las cualidades del corazón y la presencia que están justo aquí.

Nota si hay una sensación de apertura, ternura, compasión, un corazón despierto. Con cualquier cosa que encuentres, simplemente déjate llevar y sé esa tierna presencia.

Familiarizarnos con este corazón despierto y tierno, este espacio de amar, ya que es más la verdad de lo que somos que cualquier historia que nos contemos a nosotros mismos.

Es nuestro hogar.

Y, antes de terminar la meditación, puedes imaginar que la próxima vez te encuentras con esta persona con una mayor sensibilidad, cuidado y presencia. Observa cómo es.

Y cuando estés listo, puedes respirar hondo unas cuantas veces y terminar esta meditación.

Gracias por tu atención.

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