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Despertando nuestros corazones – Dos puntos clave

El primer punto, para despertar nuestros corazones, es la simplicidad de: “Sigue empezando justo donde estás”.

Tal y como hemos mencionado en un artículo anterior, tenemos que volver una y otra vez a preguntarnos: «¿Qué está pasando realmente aquí?» y «¿Puedo abrirme a ello?».

Como bien descubren los pacientes que acuden a nuestro centro de psicología, no somos capaces de aportar empatía a otra persona si no hemos atendido a lo que está justo aquí.

Tenemos que atender de una manera encarnada, como bien saben los que realizan nuestro taller de Mindfulness de la Presencia Encarnada. Todo el circuito de la compasión se activa cuando habitamos kinestésicamente nuestro cuerpo. Si estamos disociados, la compasión es mental, no es de todo corazón.

Así que el primer paso es empezar justo donde estás, y con eso quiero decir: Que entres en el cuerpo. Como hacen los que practican la Disciplina de Movimiento Auténtico. Entra para tocar el cuerpo por completo, y entonces los círculos pueden empezar a ensancharse. Entonces, si somos reales y estamos en contacto con nuestra realidad, los demás se vuelven reales.

La segunda parte, el segundo punto para despertar nuestro corazón, es buscar intencionadamente lo que es verdadero. ¿Qué ocurre en la otra persona? Muchas veces no miramos. Parte del trance en el que estamos es que, estamos tan atrapados en «lo que estoy sintiendo y estoy haciendo» que hay una proyección; pero realmente no miramos al otro con ese interés de: «¿Cómo es para ti?». «¿Qué necesitas?» «¿Qué sientes?» «¿Qué quieres?» No lo comprobamos de esa manera.

Así que existe este entrenamiento -el entrenamiento del bodhisattva, la práctica de la Disciplina del Movimiento Auténtico acompañados de un psicólogo El Prat de Llobregat experto en Mindfulness- en el que de alguna manera estamos diciendo que, al igual que yo, imagino que tú te sientes vulnerable. Al igual que yo, tú también sientes miedo al fracaso. Al igual que yo, anhelas conectar y temes conectar. Al igual que yo, temes perder a tus seres queridos. Esa sensación de «Al igual que yo» es posible cuando ampliamos los círculos, cuando realmente empezamos a mirar a los demás.

Hay una linda historia sobre esto de mirar a los demás. Una profesora de guardería, en Estados Unidos, explicó una cosa que sucedió en su clase. Fue en la época en que Estados Unidos atacó Irak. Los niños oyeron hablar de la guerra de Iraq y de que estaban enviando bombarderos allí, y le preguntaron: «¿Tienen niños allí?». Y ella respondió: «Sí». Ellos se agitaron mucho; dijeron: «¡Si es así, no deben saberlo!» -decían sobre la gente de los bombarderos- «. “Tenemos que hacérselo saber». Así que fueron al patio de recreo y utilizaron diferentes materiales para escribir la palabra «Iraq» y hacer un dibujo de un niño, para que los bombarderos que volaban sobre ellos vieran lo que habían hecho y entendieran: «Oh, no, no pueden ir a bombardear porque hay niños allí». Esos niños sabían bien lo que era eso de “Iguales a mí”.

Pero los adultos… los adultos es otra cosa.

Nunca te rindas con nadie.

Para los adultos el entrenamiento consiste en ver la vulnerabilidad en los demás, que al igual que nuestra experiencia subjetiva, todos van por ahí, en este cuerpo que está fuera de nuestro control -que se enferma y muere- y este corazón que pierde a otros seres; cada uno de nosotros.

Ser capaz de ver ese » Al igual que yo» y ver quién está ahí; y también ver la bondad innata. Ver el potencial; la sabiduría, y la ternura, y eso que anhela el amor de otro ser.

Chogyam Trungpa, es un maestro tibetano que, en uno de sus mensajes en torno a la compasión dice: «Nunca te rindas con nadie». Es, ser capaz de ver esa bondad, simplemente ver el potencial; no importa lo enterrado que esté.

Bodhicitta es el corazón que está en sintonía y comprende la vergüenza, el miedo o el dolor del otro (y el nuestro). Es el corazón que ve la bondad potencial. Es ese corazón que perdona y ese corazón generoso que realmente quiere hacer surgir esa bondad.

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