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Amados en nuestra realidad

A través de la práctica del Mindfulness, o con el acompañamiento experto de un psicólogo o Terapeuta Gestalt, a través de la meditación, de las diferentes prácticas de atención plena y compasión, se puede empezar a deshacer esa identidad atrapada, ese estar en las nubes, liberarnos, y permitirnos descansar en algo más grande.

Para empezar, debemos decir que hay muchos malentendidos sobre la meditación o el Mindfulness y que hay muchas formas en que la meditación es utilizada por el ego como otra estrategia de «traje espacial».

Hay gente que se enorgullece de meditar, pero que en realidad se adentra en la cueva porque tiene demasiado miedo de relacionarse con otras personas. Hay gente que utiliza la meditación para infundirse una sensación de ser superiores.

Hay esta expresión, «mirándose el ombligo». Es un poco rara. Cuesta imaginarse a la gente mirándose el ombligo, con la cabeza vuelta hacia dentro. Pero eso sucede, la práctica de la Atención Plena puede llevar a mucha fijación en uno mismo.

Cuando en realidad estás usando la práctica del Mindfulness para amplificar tú «yo del traje espacial” pueden pasar cosas como estas que leí un día en una cuenta de Instagram:

«Fliping alcanza un estado de atención plena imaginando que está flotando en un hermoso lago hasta que su mente se vacía de las preocupaciones cotidianas. Pronto es consciente de sí mismo, pero ya no le preocupan el dinero, el trabajo, la familia, si ha dejado los grifos abiertos o si el fascismo amenaza los derechos de las mujeres y de los colectivos vulnerables».

«A Flowerpower le gusta practicar la meditación de la bondad amorosa. Consiste en pensar en un amigo y enviarle amor. Flowerpower encuentra esto más sencillo que molestarse en reunirse con sus amigos o ayudarles en la mudanza».

«A Compiyogi le gusta la atención plena extrema. Hoy está vaciando su mente en una cuerda floja por encima de las calles de El Prat de Llobregat. La gente sentada en los bancos de abajo espera que Compiyogi no vacíe ninguna otra parte de su cuerpo».

En contraste con el fomento del egocentrismo, la Atención Plena real, el verdadero Mindfulness, incluye todo lo que se ha apartado.

Cualesquiera que sean nuestros hábitos del «yo del traje espacial», en términos de apartar algunas emociones y perderse en otras, la meditación que es auténtica -lo que significa que nos está despertando- abraza todo lo que ha sido apartado. Los practicantes de la Disciplina de Movimiento Auténtico, acompañados por un psicólogo El Prat de Llobregat experto en Mindfulness aprenden bien todo esto cuando se dedican a una práctica profunda.

Hay un reto en eso de abrazar. Pero nosotros apartamos las cosas porque son pegajosas, dolorosas y aterradoras. Abrazar no es fácil.

Una de las descripciones de la belleza y el desorden del abrazo es el que se cuenta en el cuento de “El conejo de terciopelo”.

« ‘Real no es cómo estás hecho,’ dijo el caballo de piel. Es algo que te pasa cuando un niño te quiere durante mucho, mucho tiempo. No solo para jugar, sino que te quiere de verdad. Entonces te vuelves real’. ‘¿Duele?’, preguntó el conejo. ‘A veces’, respondió el caballo de piel, que siempre era sincero. ‘Cuando eres real, no te importa que te hagan daño’. ‘¿Te sucede de pronto, como cuando te dan cuerda, o poco a poco?’. ‘Eso no ocurre de golpe», dijo el caballo de piel. ‘Te conviertes. Lleva mucho tiempo. Por eso no le ocurre a menudo a la gente que se rompe con facilidad, a quienes tienen bordes afilados o a la que hay que cuidar con esmero. Generalmente, para cuando eres de verdad, ya te han arrancado casi todo el pelo, y se te caen los ojos, se te aflojan las articulaciones y estás muy destartalado. Pero estas cosas no importan en absoluto porque una vez que eres real, no puedes ser feo -excepto para la gente que no lo entiende’«.

Así que, otra forma de pensar sobre el despertar de la identidad del «traje espacial», y realmente llegar y sentir la plenitud de lo que somos, es tener un corazón vivo y amoroso que se vuelve real. Que ya no estamos atrapados dentro de un sentido limitado, rígido y estrecho del ser. Y que el camino para llegar a ser reales es ser amados. Tenemos que ser amados para ocupar nuestra totalidad y nuestra realidad. Ese es probablemente el tema central del camino, que tenemos que ser amados.

Tenemos que recordar, volver a conectar con el amor que puede ayudarnos a ser reales

Cuando digo que hay que dejarse querer, no significa necesariamente desde fuera. En realidad, significa dentro y fuera. Que tenemos que recordar, volver a conectar con el amor que puede ayudarnos a ser reales, y, a estar despiertos.

Cualquier momento en el que experimentemos eso, el ser amados para ser más lo que somos, es un momento de bendición. Si nos preguntamos, ¿qué es una bendición? Una bendición es realmente un recordatorio. Es un recordatorio o un regreso a una mayor realidad, a un mayor amor. Somos bendecidos cuando recordamos.

Así que la práctica consiste en que, cuando se experimenta el surgimiento de patrones de sentimientos -dolor, miedo, ira- y cuando, en lugar de rechazar unos y perdernos en otros, nos abrimos con ternura a lo que hay allí, cuando existe realmente esa presencia amorosa, se produce una desidentificación con el «yo del traje espacial».

El «yo del traje espacial» solo sigue controlando, resistiendo y aferrándose.

En un momento de amor, la identidad comienza a disolverse. Eso no significa que el «yo de traje espacial» haya desaparecido. Tienes acceso a él. Es solo que no es lo que eres.

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