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El apoyo social es esencial para llegar a sentirnos sanos y equilibrados.

Sanar no implica sólo liberarse de un trauma, cerrar una herida o aprender una determinada habilidad física, mental o emocional. Sanar implica una transformación en el contexto relacional del paciente.

Si como hemos visto en artículos anteriores, el abuso se produce en un marco relacional, sanar implicará poder restablecer un marco de relaciones sanas, empáticas y respetuosas con las necesidades propias.

Cuando el paciente viene a terapia psicológica nos muestra una faceta de su persona herida, dolida, impedida o sobre adaptada. Muchas veces el psicólogo es la única persona de su entorno a quien son capaces de mostrar esta cara, oculta a los ojos de los demás. La terapia es el único espacio donde se permiten explicar secretos “inconfesables” o mostrar partes de ellos mismos de las que se sienten avergonzados.

El paciente que acude a l’Espiral de El Prat o que realiza las sesiones online desde su casa, siente o piensa que tiene pocas o ninguna amistad que pueda entender o acompañarlo en su dolor. Sienten que los consejos que les dan no les ayudan o que el apoyo recibido no es el esperado y es entonces cuando el terapeuta Gestalt o el psicólogo se convierte en la única persona que lo entiende, la escucha o la ayuda.

Tenemos que ser conscientes, que este peso que el paciente pone en el terapeuta dificulta el trabajo terapéutico en el proceso de sanación. El hecho de que el terapeuta o el psicólogo sea “la única persona” que el paciente siente como soporte, puede ser un impedimento a la hora de confrontarlo o alentarlo a la hora de tomar “riesgos”, esto es, experimentar diferentes maneras de relacionarse con su entorno

El paciente puede llegar a percibir estas confrontaciones o retos del terapeuta como traiciones de “su relación”, algo que les puede recordar a la “traición” que sufrieron en su infancia por parte de quien abusó de ellos y de quien no los cuidó.

Para evitar esto y que el paciente tenga una base amplia de apoyo sobre la que pueda experimentar nuevas maneras de hacer, es importante desarrollar una variedad de apoyo social donde pueda testear, implementar y consolidar los aprendizajes que se realizan en la sala de terapia. Este apoyo es fundamental generarlo desde los inicios de terapia, en la Fase de Apoyo, para promover un marco coherente en el proceso de sanación: el restablecimiento de relaciones socioafectivas sanas y equilibradas.

El terapeuta puede ser una muleta en un momento dado de la vida del paciente, pero este debe poder generar el apoyo necesario en el “mundo real”.

apoyo social

Más allá de la relación terapéutica, un marco de relaciones donde poder desplegar toda su potencialidad.

Esta exploración, aunque beneficiosa para el paciente, se puede llegar a percibir como una amenaza. Aunque las relaciones que ha establecido el paciente con su entorno muchas veces no son satisfactorias, no dejan de ser un espacio seguro donde, con más o menos dificultades, ha llegado donde está ahora. Más allá de esta zona de confort se abre un mundo lleno de posibilidades, pero también todo un mundo de peligros fantaseados en el presente y proyectados al futuro a partir de las experiencias pasadas del paciente.

Este pasado del paciente, incluye las relaciones socioafectivas que hasta ahora ha establecido con amigos, compañeros y familiares. Unas relaciones que seguramente se han generado como recreación de las relaciones que se mantuvieron en la infancia, marcadas por las transferencias y las codependencias de aquel tiempo donde los recursos personales eran limitados.

Las amistades o relaciones del paciente acostumbran a repetir los mismos patrones de falta de apoyo emocional o de abuso que se sufrió en la infancia

Unas relaciones presentes donde la falta de apoyo es la tónica general de la relación hará que aventurarse a dar nuevos pasos para buscar apoyo sea explorar un terreno donde cualquier “error” se fantasee como fatal. El proceso normal de “elección y error” a la hora de formar una red social se convierte en una aventura demasiado peligrosa para el paciente.

En este sentido, encontrar una persona o un pequeño grupo donde el paciente pueda hablar o sentirse acompañado en su dolor puede llegar a ser una gran ayuda para el proceso terapéutico. Al fin y al cabo, el aprendizaje de generar apoyo se deriva de cada interacción con el otro, y el paciente necesita experimentar que, si hay algún “error” en estas interacciones, no es el fin del mundo como un niño podría pensar, sino una nueva experiencia que le permitirá ser más consciente de sus propios recursos y de los que le ofrece su entorno.

Gradualmente, se tiene que ir expandiendo la variedad de apoyo y el nivel del riesgo involucrado en esta generación de seguridad y confianza. El paciente tiene que ir aprendiendo que una única persona no puede satisfacer todas sus necesidades, tiene que ir dejando esta fantasía infantil de encontrar una “madre o padre omnipresente y omnipotente” que satisfaga todas sus necesidades y tejer una red de relaciones donde la gran variedad de necesidades que tiene puedan ser satisfechas. Cuanto más amplia sea esta base, más apoyo tendrá para poder desarrollar todas sus potencialidades o para pedir ayuda en caso necesario.

Desde el inicio de la terapia, el psicólogo o Terapeuta Gestalt acompañará al paciente en la exploración de ir tejiendo esta base social sobre la que poder caminar, experimentar y expandirse. 

Un proceso de desarrollo necesario donde el paciente deja de ser un niño que busca y necesita en todo momento la ayuda y protección del padre o la madre (o del terapeuta) para convertirse en un adulto consciente y responsable de sus propios actos.

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