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Cómo sentirse seguro cuando tocamos hechos dolorosos en terapia

Un proceso terapéutico es un espacio de exploración donde el paciente hará conscientes sus partes más luminosas, pero también las más oscuras y dolorosas. 

El o la paciente que acude a nuestro centro de El Prat de Llobregat, o a través de las sesiones online, empieza a mirar, escuchar e investigar en sus propias experiencias. Estimula y excita su mundo emocional, cognitivo y experiencial para poder contactar y visibilizar sus potencialidades y recursos para hacerlos conscientes y disponer de ellos cuando sea necesario.

Gracias al acompañamiento experto del psicólogo o Terapeuta Gestalt, al mismo tiempo, también estimulará y excitará sus miedos, inseguridades, experiencias dolorosas, heridas mal cicatrizadas…

Durante el proceso psicoterapéutico, hará más presente todo lo que siente, lo que piensa, lo que hace… y también todo lo que quiere eliminar o cambiar. Si tomamos conciencia de los sentimientos, recuerdos o experiencias que nos hirieron, si la herida sigue abierta, tocarla, inevitablemente, nos conectará con el dolor.

Para poner en orden las experiencias vividas y generar un espacio de seguridad y confianza dónde se pueda empezar a cerrar las heridas abiertas, el terapeuta Gestalt o el psicólogo, puede acompañar al paciente a generar toda una serie de recursos que le ayuden a gestionar su experiencia cuando la estimulación, esto es, tocar y empezar a curar la herida, sea demasiado intenso para el paciente.

Hay que recordar que si el paciente no ha cerrado esta herida, es porque en un momento dado no se sintió, o realmente no tenía, los recursos necesarios para afrontar la situación y darle una solución saludable y aún hoy no se siente capaz de afrontarlo de una manera diferente de lo que hizo en el momento de producirse la herida; aferrándose a una manera de pensar, sentir y actuar que, aunque hoy en día perciba como molesta o limitante, en su momento fue una solución creativa que le ayudó a salir adelante con su existencia.

En las sesiones de psicoterapia, nuestra tarea es ayudar al paciente a generar toda una serie de recursos con los que el paciente pueda sentirse seguro cuando comience el viaje de explorar nuevas maneras de gestionar su vida, esto es de vital importancia cuando más traumático sea el abuso que sufrió.

Si los recursos que generó entonces le fueron de tanta ayuda, necesitará sentir que, antes de abandonarlos y aventurarse a hacer algo diferente de lo que hizo, tiene un soporte donde poderse aferrarse cuando soportar la intensidad emocional y psíquica que este proceso de cambio implica sea demasiado intenso y un espacio de calma y seguridad sea necesario.

Como psicoterapeutas, tenemos que ayudar a generar un conjunto de recursos básicos en la etapa de Apoyo (puedes ver las diferentes fases de la Terapia en la página principal de l’Espiral) para que estos se conviertan en el apoyo mínimo necesario para permitir el desarrollo de las Funciones del Yo a lo largo del proceso terapéutico.

El arraigo será uno de estos pilares. 

Sentirse arraigado es tener la habilidad de posicionarse en el presente y en contacto con el cuerpo, siendo capaz de utilizar este contacto para salir, si es necesario, de experiencias difíciles o de sentimientos intensos.

Los pacientes suelen venir a terapia “desarraigados”, inundados y dominados por sentimientos o sensaciones que no entienden o no saben gestionar llegando a estar desorientados en el tiempo y desconectados de su cuerpo y de la realidad del espacio terapéutico.

Desarraigarse y desconectarse de un abuso, de una realidad traumática, puede ser útil como un recurso adaptativo en la infancia.

Cuando no se tienen los recursos ni los conocimientos necesarios para gestionar determinadas situaciones de una manera diferente del que se hizo, pero deja al adulto, al paciente, sin recursos a la hora de afrontar experiencias dificultosas o intensas en el presente.

El paciente necesita aprender que hay maneras de mantenerse en el presente y encarar las dificultades con nuevos recursos.

Desde la psicología humanista, corriente que seguimos todos los psicólogos y terapeutas Gestalt de l’Espiral, podemos trabajar con diferentes técnicas y recursos para generar este arraigo cuando el paciente está sobrepasado o disociado de o por la experiencia.

El contacto sensorial con el entorno, detenerse y tomar conciencia de la información que llega a través de los sentidos en el momento presente, notando el contacto del asiento, los pies en el suelo o mirar la habitación ayudará a “distraer” la atención de lo que el paciente pueda estar experimentando al contactar con su herida y hacer más presente el espacio donde se encuentra.

sentirse seguro

Hay que recordar que en estos momentos estamos todavía en la Fase de Apoyo y que no estamos buscando una abreacción emocional, sino generar confianza y seguridad en el proceso de exploración, más adelante, en posteriores artículos, veremos cómo trabajar con la intensidad emocional sin “distraernos” de ella.

Tomar conciencia de la presencia del terapeuta, que hay alguien en la sala que le puede ayudar en caso de necesidad, también es un recurso que el paciente podrá utilizar siempre que se haya generado la suficiente confianza y compenetración entre ellos. 

La presencia de la vergüenza será una dificultad a la hora de generar o acceder a este recurso y su exploración una necesidad a la hora de facilitar que el terapeuta pueda ayudar al paciente a enraizarse si es necesario.

La propiocepción, la conciencia del propio cuerpo, ayudará también a generar esa sensación de arraigo. Notar las piernas, el peso del cuerpo, el movimiento, caminar… serán recursos que ayudarán a apaciguar la disociación cuando ésta aparece como recurso para gestionar la sobreestimulación o las emociones intensas, pero que, al mismo tiempo, dejan al paciente con pocos recursos para afrontar la realidad.

La desrealización genera percibir el ambiente como algo irreal, distante o desconocido; y la despersonalización provoca sensaciones de estar flotando, desencarnado o desconectado de uno mismo.

En cualquiera de estas dos versiones de la disociación es palpable la merma de recursos externos e internos para gestionar la realidad vivida por el paciente. Darse cuenta del aquí y el ahora, de su cuerpo y del lugar donde se está, ayuda al paciente a contactar y tomar conciencia de los recursos disponibles para afrontar las vivencias.

Modular la estimulación mediante la respiración, técnicas de relajación o la meditación, también será un recurso para poder aventurarse con seguridad y confianza a explorar el mundo emocional, los recuerdos, las vivencias, por parte del paciente.

De entre los modos conscientes y voluntarios de modular la estimulación, la respiración es la más accesible para relajarnos y echar raíces. Mediante el control consciente, podemos modular los estados anímicos y al producirse continuamente es un buen recurso para anclar al momento presente y no perdernos en una tormenta emocional o una fantasía cognitiva.

Otro recurso básico para la etapa de Apoyo y para todo el proceso terapéutico, puede ser la creación de un espacio seguro mediante la imaginación.

El paciente, mientras explora determinadas vivencias que pueden tener una fuerte carga emocional, se puede sentir “transportado” al tiempo y el espacio donde se produjo el abuso. La misma carga emocional puede llegar a alterar la percepción del momento presente, llegándose a sentir de nuevo como si fuera un niño o una niña indefenso ante quien lo hirió.

Esta capacidad imaginativa, que nos transporta al pasado y nos ayuda a poder revisar la experiencia y encontrar una solución más creativa y actualizada a las capacidades presentes del paciente, también se puede utilizar para generar un espacio de seguridad donde poder refugiarse en caso de necesidad. Mediante la imaginación y la visualización podemos generar un espacio seguro interno donde poder refugiarnos cuando las vivencias del presente no pueden ser gestionadas. 

Al contrario que el arraigo, dónde el objetivo es contactar con el momento presente, aquí nos contactamos en un lugar imaginario, precisamente para no estar en contacto con un presente que no podemos manejar.

En cualquiera de los dos casos, el arraigo y el espacio seguro, se convierten en recursos que, una vez incorporados por el paciente, ayudan a sentir la confianza y seguridad necesarias para afrontar el doloroso y maravilloso camino del crecimiento personal y la sanación.

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