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Apoyos a los que recurrir cuando nos “torcemos”

La poetisa Kaveri Patel escribe:

 

«Busco una boya en esta tormenta

mientras las olas negras amenazan con matarme.

La boya de la mente me hace nadar en veinte direcciones,

con los músculos acalambrados por el miedo.

La boya del cuerpo me pide que flote y sienta

el verdadero peso de mis preocupaciones.

La boya de la respiración me sugiere que muera,

disolviéndome en el propio océano,

en el subir y bajar de todas las experiencias

y en la sabia quietud que hay debajo».

 

Para muchos de nosotros, y esto también incluye a los pacientes que solicitan ayuda a un psicólogo o terapeuta Gestalt en l’Espiral de El Prat, la «boya de la mente» es nuestro refugio habitual.

Un falso refugio dónde -cuando nos asustamos- empezamos a dar vueltas en pensamientos de miedo.

Eso es lo que sigue sosteniendo el cuerpo del miedo, sosteniendo el trance. Y entonces lo que Kaveri llama la «boya del cuerpo» es realmente entrar en el cuerpo y comenzar a explorar, con un sabio reconocimiento: «¿cuál es el verdadero peso de esto?».

Como bien aprenden a hacer los alumnos de nuestros talleres de Mindfulness, esto es sentirlo de verdad, entrar en contacto con ello; y para eso hace falta valor.

Así que nos abrimos camino hacia este espacio sagrado, pasando por estas deidades, con el cuerpo sintiendo lo que está sucediendo. Y entonces lo que ella llama la «respiración boya» – esa disolución, esa disolución en la pertenencia – ese es realmente el lado del corazón de las cosas, trayendo cuidado.

Interés y amabilidad para habitar el Ser

Vamos a dedicar un poco de tiempo a explorar qué es lo que da vida a estas dos alas de la conciencia, para que, si algún día decides participar en alguno de nuestros talleres de Mindfulness de Habitar el Ser y practiquemos juntos, tengamos algunas opciones diferentes de cómo trabajar con los miedos que van surgiendo.

Resulta útil pensar que el miedo que está en tu cuerpo y en tu corazón es como una criatura tímida que ha estado viviendo en la oscuridad del bosque y a la que estás invitando a la luz de la conciencia, a un prado o a un campo. La actitud tiene que ser de dulzura, una verdadera invitación en la que haces sitio. Estás diciendo, «Hey, estoy aquí, vulnerabilidad. Está bien salir». Interés, amabilidad – ese es el tipo de actitud.

Lo que un Terapeuta Gestalt experto en Mindfulness enseña a un paciente que acude a psicoterapia, ya sea presencialmente en El Prat o mediante sesiones online, lo primero que hacemos, es que cuando estamos invitando al miedo – y se puede empezar a sentir dentro del propio cuerpo, si se está diciendo, «vale, miedo, ¿Qué hay aquí? ¿Dónde está viviendo este miedo que siento en mi?» – empezamos a explorar, de una manera muy paciente, sólo escaneando para sentir las sensaciones físicas del miedo.

Las tres áreas clave del miedo

Las tres áreas clave: la garganta, el pecho y el vientre. Aquí es donde hay más conexiones en el cuerpo de nervios que registran y tienen una sensibilidad al miedo.

En las sesiones de psicoterapia o en los cursos o talleres de Mindfulness, ayuda, cuando estás empezando a conocer el miedo – porque eso es lo que estamos haciendo; en lugar de resistir, nos estamos acercando para conocer – ayuda usar alguna pregunta que ayude a indagar. Puedes preguntarte en el momento: «Bueno, ¿Qué es lo que realmente requiere más atención?». «¿Qué siento realmente?».

A veces ayuda preguntarse: «¿Qué es lo que no estoy dispuesto a sentir? ¿Qué es lo que no estoy dispuesto a sentir ahora mismo?».

De esta manera acabamos aportando más brillo y claridad y una cualidad más focalizada a la atención con la indagación. Es una parte importante de la atención plena, este tipo de investigación.

Es útil nombrar lo que estás notando. Puedes susurrar mentalmente aquello de lo que eres consciente. A veces, puedes susurrar la palabra «miedo», «ansiedad» o «vergüenza».

Los psicólogos El Prat de Llobregat expertos en Mindfulness también ofrecemos un truco a nuestros pacientes o alumnos: También es útil susurrar – si es desagradable y lo notas – sólo la palabra «desagradable».

El cerebro cambia cuando notas lo que está pasando y lo nombras. De hecho, activas el córtex prefrontal y calmas el sistema límbico. Nombrarlo es efectivo.

Recordar la apertura.

Otros apoyos cuando estás empezando a conocer el miedo, con esta ala del Mindfulness, la conciencia plena: recordar la apertura.

Un ejemplo es una persona que sentía miedo e imaginaba que estaba en un banco del parque sentada junto al miedo. Recordaba los árboles y el cielo y oía a los pájaros y todo el mundo a su alrededor, de modo que había espacio suficiente para que ella estuviera en relación con el miedo; y poco a poco podía sentirlo dentro de ella.

A algunas personas les ayuda comunicarse literalmente y decir «hola» al miedo: ablandarse a su alrededor y luego comunicarse. Para algunas personas, el enraizamiento, ayuda. En lugar de fijarte en el lugar de vulnerabilidad, estás recordando el sentido de tu ser en esta tierra.

Puedes sentir el peso de tus nalgas en la silla y de tus pies en el suelo, tal vez tus manos apoyadas en los muslos, sentirte aquí.

A algunas personas les ayuda «respirar con» el miedo: inspirar lenta, larga y profundamente y espirar lentamente. Sientes dónde está el miedo y respiras con él.

Todas estas son formas diferentes de ayudarte con esta ala de la atención plena, de entrar en contacto con aquello de lo que habitualmente huimos.

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